Fuente: ELDIA.COM

En el último mundial de fútbol de Brasil 2014, si un economista que no sabía nada de fútbol hubiera arriesgado quiénes serían los cuatro mejores equipos, basado sólo en la cotización de los planteles, habría acertado tres de los cuatro semifinalistas, puesto que Brasil, Alemania y Argentina tenían el segundo, tercer y cuarto conjunto más caro, respectivamente. Se habría equivocado en cambio con España, que a pesar de contar con la escuadra mejor valuada, se volvió a casa en primera vuelta.

El ejercicio teórico muestra dos facetas importantes de la relación entre el deporte y la economía; la primera es que el dinero importa mucho, la segunda es que no lo es todo.

Si el mismo profesional miraba para atrás y trataba de explicar los puntos obtenidos en el ranking FIFA por los 100 seleccionados mejor ranqueados en los últimos cuatro años, pues la sumatoria de los valores de los pases de cada uno de los jugadores de cada equipo explicaba nada menos que el 62% de los puntos obtenidos por esa formación.

LA PLATA Y OTROS FACTORES

Una relación estadística similar se obtiene cuando miramos los puntos obtenidos por cada equipo del fútbol argentino en el último torneo y los valores de los equipos al inicio del certamen, solo que aquí el modelo explicaba el 36% de los resultados, lo que puesto en castellano quiere decir que la plata importaba pero no tanto como en un mundial; que había otros factores que tallaban, como por ejemplo la camiseta, la hinchada, la táctica y por supuesto el azar.

En particular en el último torneo, por cada 10 millones de euros que aumentaba el valor de un plantel, este sacaba en promedio, 6 puntos adicionales. Para tener una idea del peso de la billetera en los resultados pensemos que para el campeonato que acaba de empezar, mientras que Boca quedó cotizado en 51.300.000 unidades de la moneda europea, el plantel de Gimnasia sólo vale 10.300.000, de modo que si sólo fuera una cuestión económica, los Xeneises podrían acabar con 38 puntos más que los dirigidos por Pedro Troglio, porque recordemos, este es un torneo de 30 fechas a diferencia de los anteriores que eran de 19.

Solamente la incorporación de Pablo Daniel Osvaldo, que según transfermarkt.es vale 11 millones de euros, le aportaría a Boca 10 puntos más en la tabla convirtiéndolo en el gran candidato, porque lo aleja de River que aparece segundo, con un plantel de 43.400.000 de billetes europeos y de San Lorenzo que se mete tercero a fuerza de los 37.800.000 euros que vale su equipo.

Claro, me dirá el lector que Racing no era el equipo mejor cotizado en el último campeonato sino que River se alzaba con ese dominio económico. Sin embargo, como hemos mencionado, el dinero no es todo.

El problema para este torneo particular que comenzó el viernes es que al haber once fechas más, la cuota de aleatoriedad se reducirá drásticamente, haciendo que a la postre el talento termine imponiéndose y aunque las cotizaciones de los jugadores puedan también ser un poco volátiles, convengamos que son el mejor reflejo de cuan bueno es un futbolista, de modo que es plausible pensar que esta vez, en el fútbol argentino, la fuerza del dinero sea similar a la que prima en un mundial.

Me explico un poco mejor. Aunque los hinchas (sobre todo los de los equipos ganadores) pocas veces están dispuestos a reconocerlo, la verdad es que todos los deportes, y el fútbol no es una excepción, tienen una cuota de aleatoriedad más o menos importante; un conjunto de factores fortuitos imposibles de predecir y controlar, que terminan influyendo muchas veces en los tanteadores.

El tenis, por ejemplo, probablemente sea uno de los deportes donde el resultado de cada bola jugada es más aleatorio e imposible de pronosticar. Por esa razón se disputan normalmente cerca de 72 pelotas antes de definir un ganador en un match al mejor de tres, y pueden ser muchas más si el juego es parejo o se juega un torneo al mejor de cinco. Recuerdo aquel partido jugado en el ATP de Buenos Aires en el 2005, en el que el Gato Gaudio, que venía de ganar Roland Garros, venció a un ascendente Rafa Nadal. Lo increíble de ese encuentro es que el argentino perdió el primer set 6-0 y luego arrolló al español 6-0 y 6-1 en los siguientes. Si alguien que no sabía de tenis hubiera visto la evolución del tanteador en los primeros minutos habría concluido sin dudas que Gaudio era un completo amateur sin chances y si por el contrario se hubiera enganchado con el cotejo más tarde habría saltado a una conclusión diametralmente opuesta. La realidad es que el nivel de un jugador fluctúa a lo largo de un partido, pero nunca de semejante manera. Lo que ocurrió en ese encuentro es una prueba palmaria de los efectos de la casualidad cuando esta se acumula, a un lado y al otro.

Volviendo al fútbol, el nuevo torneo, al ser más largo, reduce la influencia del azar mejorando las chances de los planteles con mejor presupuesto; de los grandes. Queda, es cierto, el premio consuelo del doble enfrentamiento de los rivales clásicos, que naturalmente reduce el efecto de la casualidad entre ellos, pero claramente favorece a Boca, River y San Lorenzo, que siendo los más ricos, quedan ahora con más chances de alzar la copa