La entrevista fue en el living de su casa, en el primer piso de un edificio ubicado en el límite del barrio de Palermo y Barrio Norte. Apenas se ingresa te encontrás con las tres bicicletas de sus hijos. Dibujos y garabatos por toda la casa connotan una paternidad y política perfectamente amalgamadas.

En una charla íntima con Infobae, Martín Tetaz afirma que está en el mejor momento de su vida y asegura que desde chiquitito siempre supo que iba a hacer política.

A pesar de que Tetaz tenía el tiempo cronometrado porque tenía pautada a las 18.00 una charla en el conurbano, la entrevista duró 55 minutos, en donde el platense analizó sin eufemismos la gestión actual del Gobierno y especialmente el rol de Martín Guzmán en el Ministerio de Economía.

Afirma que el mayor desafío que tiene la oposición de cara al 2023 es arrancarle el corazón político al peronismo: La Matanza. “Si nosotros no somos fuertes en el Gran Buenos Aires, no vamos a poder transformar la Argentina”, dice convencido y hace una autocrítica de porque nunca se animaron a dar batalla en ese territorio.

Lejos por ahora de los vicios de la vieja política, Tetaz vive con el entusiasmo de ser uno de los nuevos referentes y responsables de la transformación de una nueva Argentina. Hiperactivo, claro en sus conceptos y con un ego moderado, tiene a su favor el conocimiento interno de los medios y la economía en su corazón y en su cabeza.

—¿En qué momento de su vida se encuentra?

—Estoy en el mejor momento de mi vida. Hasta ahora, porque seguro mañana va a ser mejor que hoy.

—¿Se acuerda en qué momento decidió hacer política?

—Sí. Fue en junio del año 1987. ¿Viste que precisión?

—¿Y cómo fue?

—Empecé a militar en la Franja Morada Secundarios y me entusiasmó, me gustó mucho la política desde chiquitito. Siempre supe que iba a hacer política. De distintas maneras, es decir, pensé mucho cuál era la trayectoria que tenía que hacer para poder llegar al lugar donde estoy hoy y fui construyendo el camino.

—Ah, está bueno aclararlo, yo pensé que era un periodista de economía y un día vinieron y le dijeron: “¿querés hacer política?”.

—No. Yo milité mucho tiempo en política cuando era chico. En la Franja Secundarios primero, después en la Universidad, en la Franja Morada Económicas. Pero uno de los problemas del partido, de la Unión Cívica Radical, es que no tiene militantes jóvenes. Es uno de los problemas por los cuales el partido está viejo, por suerte ahora está cambiando. Entonces, cuando vos terminabas la Universidad el partido no te contenía en un espacio de militancia, porque muchos de los que terminábamos la Universidad, habiendo sido consejeros directivos o presidentes de los centros de estudiantes, nos íbamos a casa. Nos alejábamos de la política. Yo estuve alejado de la política muchos años, mi vinculación era, en todo caso, como asesor o dar una charla a un comité, colaboraba con algún diputado. Es decir, más un rol de asesor.

—Permitió que lo abandonen…

—Algo así. Pero siempre me interesó mucho la política y me preparé. Desde el fracaso económico de Alfonsín que me preparé para contribuir a resolver los problemas de Argentina. Primero estudié economía, por eso mismo, porque no quería que le pasara otra vez al radicalismo lo que le pasó con Alfonsín, porque entendí que había que resolver los problemas que tenía Argentina, que eran esencialmente económicos, y después porque fue mi manera de hacer mi contribución política. Formarme en un área que es clave para la política como es la economía. Ahora más reconocida, hace unos años eran todos abogados los que estaban en política, hoy es más común que un economista tenga vocación política.

Desde el fracaso económico de Alfonsín que me preparé para contribuir a resolver los problemas de la Argentina

—Desde esa vocación ¿Cómo llegó a ser diputado?

—En las elecciones del 2017, después en las del 2019, tuve dos ofrecimientos que coincidieron con momentos de mi carrera profesional en los que estaba creciendo mucho y en mi familia tampoco había tanto consenso para hacerlo. El año pasado coincidieron dos cosas, yo me separé en el mes de mayo y en el mes de junio/julio, me hicieron un ofrecimiento para ser candidato en la Ciudad de Buenos Aires en el espacio de Evolución Radical y sentí que era el momento, porque me había preparado toda la vida para eso y porque ya había consolidado mi imagen pública desde los medios. Además, hay que sumarle mi trayectoria y crecimiento en la actividad de los medios, en la actividad privada, entonces era el momento para empezar a hacer política y bueno, me decidí a hacer la transición y salió.

—En la última propuesta en donde decidió dar el sí, ¿recuerda qué fue lo primero que se le vino a la cabeza?

—No, lo primero que pregunté, lo primero que dije es: yo no puedo vivir con el sueldo de un diputado, necesito saber si puedo seguir dando conferencias o puedo seguir elaborando informes de economía porque lo necesito. Eso fue el primer paso.

—¿El segundo paso cuál fue?

—El segundo era tener la aprobación. Yo me había separado, tengo una excelente relación con la mamá de mis hijos y tenía que consensuarlo con todo mi grupo de relaciones. Con mis hermanos, con mi familia, con mi grupo más íntimo de amigos. Que los chicos supieran. Saber cómo se digería todo eso. Es decir, el proceso digestivo en el entorno íntimo familiar y de amigos que también se venía conversando. Me llevó cerca de una semana hasta que finalmente sentí que tenía el consenso. Y después tuve una semana prácticamente de dudas existenciales: de si era el momento, si no era el momento, si me convenía.

Una de las primeras personas con las que hablé fue con Jorge Lanata, porque estaba trabajando con él, y me dijo: “No, no seas boludo, te está yendo re bien en los medios, vas a crecer un poco más acá, qué sé yo, no es el momento”. Y finalmente un viernes a la tarde hablando con Rolando Barbano, ahí en la radio, me hizo la pregunta clave: ¿vos qué sentís?, ¿vos tenés ganas de hacerlo? Sí, tengo ganas, le dije. Siempre quise hacer esto. Me fui de la radio ese día con la decisión tomada.

—Se fue de la radio con la decisión tomada ¿y cómo siguió?

—Lo llamé a Juan Nosiglia, que fue una de las primeras personas con las que conversé sobre la posibilidad de empezar a participar. Le dije que había tomado la decisión, que iba a jugar, que estaba resuelto a jugar a fondo. Analizamos un montón de escenarios posibles, todavía no estaba definido cuál iba a ser la candidatura concreta. Especulábamos con una candidatura por la provincia de Buenos Aires porque yo soy de La Plata. Después, con una competencia dentro de la PASO del espacio de Juntos por el Cambio en la Ciudad. Analizamos distintas posibilidades. Y yo siempre dije: si me meto me meto para jugar a fondo. Y lo único que les pedí es que no trascendiera mi decisión porque yo todavía no se la había comunicado definitivamente a mi familia, hasta ese momento era una conversación intensa, pero yo todavía no había dicho que aceptaba. Pero ese viernes Marcelo Bonelli lo filtró en los medios. No sé cómo se enteró tampoco. Lo filtró en TN y explotó. Me empezó a explotar el teléfono. La primera que me llamó fue mi exmujer justamente. Bueno, me generó un problema en mi casa. Tuve que terminar de blanquear esa decisión en el grupo íntimo y el lunes me despedí de la radio, conté que había tomado la decisión, lo que había implicado, y esa tarde misma hicimos el lanzamiento de la candidatura.

—Cuando Bonelli dio a conocer la noticia, ¿Qué hizo?

—Lo primero que hice fue llamarlo a Emiliano Yacobitti, que es otro de los armadores del espacio político nuestro, y le pregunté quién había filtrado la noticia. Porque me generaba un problema a mí en mi grupo familiar, tenían que enterarse por mí, no por la televisión. Entonces tuve esa reacción medio intempestiva, pero enseguida tuve un tsunami de apoyo, se puso contenta mucha gente, todos mis amigos. Ese fin de semana fue un caos, el teléfono, los medios, todo, dije bueno, ya está, estoy en una ola hay que surfearla.

—¿Y su familia, sus padres?

—No tengo, por desgracia mis viejos ya no están. Pero bien. Mi familia es chica, porque encima mis viejos eran hijos únicos, entonces no tengo tíos, no tengo primos. Somos cuatro hermanos, esa es mi familia. Cuatro hermanos y bueno, mi exmujer y los chicos. Y los chicos son chicos, Agus tiene 8, los mellis tienen 5. Tardaron en entender qué quería decir esto, lo terminaron de entender recién cuando vieron la campaña en la calle. Hay una anécdota muy divertida porque claro, la mayoría de los papás de los amiguitos de Agus en la escuela son amigos míos, me conocen. Entonces todo el mundo le hablaba a favor. Un día estábamos en la camioneta escuchando la radio y estaban pasando los avisos de campaña, y pasó uno de otro partido, no me acuerdo cuál, y entonces Agus dice: “Papi, yo no sé para qué la otra gente hace campaña si todos te van a votar a vos” (risas).

A ellos les encantaba ir caminando por la calle y que papá estuviera en un afiche y se sacaban fotos en los afiches. La disfrutaron mucho la campaña y de hecho la cerramos con ellos el día del búnker, del festejo final, porque María Eugenia me dijo que los lleve porque les iba a encantar y efectivamente los llevé, los hice subir al escenario. Estuvieron chochos.

—Nos enteramos de que iba a ser diputado por la primicia de un colega. ¿Cómo se maneja el tema de la información, de las filtraciones, de los códigos en la política?

—Hay círculos de confianza. Y cuando vos más ampliás el círculo de confianza empiezan a aparecer las filtraciones. Hay mucho deseo de construir una fuente, y para construir una fuente y un vínculo con el periodismo algunos rompen esos códigos de lealtad. Entonces a veces pasa que alguien habla de más, y eso pasa en todos los ámbitos. Para mí es medio difícil de entender eso porque yo el vínculo con el medio lo tengo natural. Yo no tengo que regalarle ningún dato ni ninguna información a nadie para que me llamen de un medio. Pero bueno, algunos construyen así. A veces sabés quiénes son los que filtran. A veces son ingenuidades simplemente de alguien que filtró por ansiedad.

—¿A Bonelli le agarró un exceso de ansiedad?

—No, no, por supuesto Bonelli se entera de la novedad y era una novedad para contar, y él no tenía ningún código conmigo. Yo no tengo relación personal con Bonelli así que no se enteró por mí, está claro. Probablemente se enteró por alguien del espacio político nuestro. Qué sé yo, capaz que habla con Horacio, no sé con quién habló y le adelantó que estaban pensando en mi para ser candidato en la Ciudad. Alguien se lo dijo en confianza y se lo dijo, por eso te digo, por un exceso de ansiedad.

—No lo chequeó con usted.

—Por supuesto no lo chequeó conmigo. El único que lo chequeó conmigo un día antes fue Pablo de León, que me llamó el día antes y yo le dije que todavía no. De hecho, me llamó Pablo el mismo viernes cuando se filtró esto y me dijo:”¿Viste que estaba bien dateado al final? ¿Por qué no me lo dijiste a mí?”. Le dije: “Pablo, mirá, no te lo dije porque realmente no estaba 100 % tomada la decisión”. Pero así fue.

—Es periodista, estuvo mucho tiempo del otro lado del micrófono. ¿Cómo ve hoy a los periodistas con respecto a usted y al resto de los políticos?

—No tengo nada para decir porque la recepción del periodismo siempre fue buenísima conmigo. Yo hice una transición que no la sentí. Yo un lunes estaba en la radio hablando como periodista y al otro día estaba siendo entrevistado por mis mismos compañeros y a veces me pasa, y de hecho esa es una de las críticas de la campaña… en la campaña nosotros teníamos un equipo que nos seguía a todas las presencias en los medios y nos hacía una devolución una vez por semana diciendo qué teníamos que reforzar, qué teníamos flojo en nuestra presencia en el medio. Y la crítica que me hacían a mí era que me olvidaba de que ya no sos periodista, me decían que en vez de contestar como político, como candidato, la contesto como analista.

—Pero no debe ser fácil cambiar el chip. ¿Qué es lo que más le costó?

—Es que para mí fue natural, por eso te digo, fue muy fácil porque yo siempre estuve desde el análisis político o económico comprometido, muy cerca de lo que pasaba en política y lo que pasaba en los medios. Siempre daba mis opiniones editoriales en mis columnas. Siempre blanqueé que yo era afiliado radical. El único límite o escalón que siento es ese que a veces me olvido de que no soy más periodista. Quiero hacer un análisis como periodista y después, cuando lo miro desde afuera, tal vez, no era la definición que yo tenía que dar como político.

—¿Se percibe así?

—Sí, me dedico a la política, obviamente.

—Hablando de su rol de diputado, ¿recuerda el día que entró al recinto? ¿qué es lo que más le sorprendió?¿Qué cosas le encantaron y qué cosas no le gustaron para nada?

—Empiezo por lo que más me gustó. Obviamente es impactante el recinto. Todas las figuras de la política nacional, que uno siempre mira, están concentradas en ese lugar. El recinto es imponente. Es imposible que no se te muevan un poco las piernas en el primer momento.

Lo que no me gustó y sigue sin gustarme, es el tratamiento de casta que tuvieron históricamente los diputados. Me dicen que cada vez menos, pero que te lo hacen notar ni bien llegás. Yo llegué el primer día, quise entrar por la puerta que entra todo el mundo, y me mandaron a entrar por otra puerta. ¿Por qué tengo que entrar yo por una puerta distinta? ¿tengo coronita? Hay formalismos y determinadas cosas de comportamiento de tratar distinto al diputado porque es diputado que no me gustan. Me parece que nosotros tenemos que ser uno más. Eso me pone muy incómodo.

Cualquier tratamiento preferencial que me quieran dar me pone incómodo.

—En alguna declaración suya afirmó que Alberto Fernández está haciendo la plancha. ¿La oposición no está haciendo la plancha?

—No, al contrario, la oposición está construyendo el volumen político más ambicioso y grande de la historia política argentina. Estamos construyendo candidatos para ir a recuperar la provincia de Entre Ríos, la provincia de Córdoba, la provincia de Santa Fe, la provincia de La Pampa, con alguna posibilidad, la provincia de Chubut, con alguna posibilidad no menor incluso la provincia de Tucumán, Neuquén, que eran imposibles hace algunos años y que hoy tienen posibilidad. Ciertamente la provincia de Buenos Aires. Entonces, construir un volumen que nos permita tener seis candidatos presidenciales competitivos a un año de las elecciones y tantos otros candidatos a gobernadores competitivos, eso no ocurrió nunca en la historia política argentina. Y, además, le estamos marcando el rumbo del funcionamiento del Congreso y se lo estamos marcando al propio oficialismo. Así que yo la veo muy bien a la oposición.

—Tanto la oposición como el oficialismo hablan de volumen político y la gente a lo mejor no sabe qué es. ¿Le explica al vecino qué significa volumen político?

—Volumen político es un capital, es la capacidad de transformar la Argentina. Es el conjunto de convicciones sociales que vas construyendo respecto de algunos temas. Por ejemplo, la instalación de agendas, la instalación de candidatos, eso es parte de la construcción de un volumen político. Cuando vos lográs que se instalen temas en la sociedad, eso es construir volumen político. Cuando lográs que esos temas los hablen determinadas personas que empiezan a ser competitivas en muchos distritos, y cuando la gente piensa en la provincia de Buenos Aires piensa en candidatos que pueden gobernar la provincia de Buenos Aires que no son del peronismo…

—¿Cómo por ejemplo?

—Bueno, Diego Santilli, por mencionar algún candidato del PRO. Cristian Ritondo también es candidato del PRO. Veremos quién será el candidato radical. Hay varios intendentes que pueden querer gobernar la provincia.

—Si le ofrecen a usted ser candidato, ¿qué hace?

—Veremos el año que viene.

—Pero ¿si se lo ofrecen hoy?

—Si me lo ofrecieran ahora les diría que es una locura. Primero, por esto que estamos charlando: los problemas que hay en la Argentina. Imaginate que nosotros estuviéramos ahora, a un año, discutiendo si vamos a ser candidatos; nadie sabe dónde vamos a estar el año que viene. Dónde vamos a estar como país digo. Sería una locura. Ahora, yo como persona que está en la política trabajo para construir volumen político para que, si quiero ser, pueda serlo.

—¿Siente que tiene buen capital para ser gobernador?

—Yo construyo capital político.

—Pero ¿le gustaría ser gobernador?

—A mí me gustaría, sobre todas las cosas, ayudar a transformar la Argentina. Desde qué responsabilidad lo voy a hacer no lo sé. Si yo puedo ayudar a traccionar un caudal político importante para ganar la provincia de Buenos Aires, que es la madre de las batallas, voy a estar contento de hacerlo desde la responsabilidad que me toque. No necesito ser candidato a gobernador para hacer eso. Construyendo como estoy construyendo ahora estoy ayudando. Cuando yo denuncio que en La Matanza se afanaron un censo, que es insólito porque acá teníamos experiencia en materia de corrupción en Argentina, que se afanen bolsos de guita, que se afanen una obra pública, pero que se afanen un censo es la primera vez en la historia que pasó. 400 000 personas metieron en La Matanza y gracias a eso consiguieron 30 000 millones de pesos más para la provincia, que se los afanaron a los otros municipios. Yo denuncio a Espinoza, soy una mosca encima de Espinoza todos los días, por el afano que se hizo del censo; cuando voy a La Matanza muestro en video cómo están las condiciones de vida en La Matanza, a pesar de la guita que se afanaron y a pesar de tener un plazo fijo con 20 000 millones de pesos, con el cual podrían asfaltar toda La Matanza, a pesar de todo eso yo lo denuncio, lo muestro. Y cuando lo muestro estoy construyendo ese volumen político porque estoy cambiando la expectativa social, estoy mostrando que puede cambiar La Matanza. Estoy mostrando que puede cambiar la provincia de Buenos Aires.

—Hizo un spot de “La Matanza avanza para atrás”. Imagino que tuvo la posibilidad de dialogar con los vecinos de allí. ¿Qué le dicen? ¿Y por qué siguen votando a Espinoza?

—Bueno, esa pregunta que es muy difícil de responder porque cuando vos hablás con la gente están hartos. No hay nadie que esté bien en La Matanza. No hay nadie que esté contento. Vos recorrés distintos distritos de la provincia de Buenos Aires, incluso algunos gobernados por el propio peronismo, y la gente te dice que están bien y contentos. A la gente le gusta vivir donde vive. La Matanza es un lugar aterrador en ese sentido porque vos hablás con cualquier vecino, yo me quedé hablando con un montón de vecinos en La Matanza, hables en donde hables, no importa el lugar de La Matanza que estés, esencialmente todos te dicen lo mismo: saquen a esta gente por favor. No se puede vivir. Te denuncian las mafias que hay permanentemente. Te denuncian los manejos que hay con la basura, por ejemplo, son espantosos. Te denuncian las patotas. Te denuncian todo los vecinos. ¿Y por qué los votan? Yo creo que nosotros no fuimos competitivos. Yo creo que le dejamos el lugar, dejamos un lugar porque creímos que nunca podíamos ganar.

—¿Por qué pensaron que nunca podían ganar esa batalla?

—Porque siempre fue un bastión del peronismo. Está esa sensación de: La Matanza es invencible, no voy a ir a disputar en La Matanza. Bueno, yo sí hubiera disputado La Matanza. Si nosotros queremos transformar la Argentina, tenemos que estar dispuestos a disputarle al peronismo en su corazón de poder. Y hoy el corazón político del kirchnerismo es el conurbano de la provincia de Buenos Aires y particularmente La Matanza. Entonces tenemos que ir a dar la disputa en ese corazón. Esa es parte de la campaña.

Si la gente que está en el Gran Buenos Aires no escucha nuestras ideas, nuestras propuestas, no le contamos cómo vamos a hacer para bajar la inflación, se resigna. No hay por qué resignarse a que siempre va a ser así, hay que mostrarle a la gente que se puede cambiar.

Hoy, cuando la gente piensa en candidatos para la provincia de Buenos Aires, no piensa solo en el peronismo

—Hablando de inflación… ¿Cómo ve al país a nivel de inflación y cómo ve a Guzmán en su rol como ministro de Economía?

—Muy mal. Lamentablemente lo veo muy desdibujado desde el punto de vista político. Lo veo sin poder. Guzmán es una persona que tiene muchas capacidades técnicas y humanas, pero es un mal político y no tiene ninguna capacidad política. No ha tenido capacidad de construcción política. Pende de un hilo, hoy lo sostiene Alberto Fernández porque entiende que si lo entrega a Guzmán se tiene que ir él. Esta es la situación. Pero la verdad es que no puede hacer nada. Un ministro que no puede disponer de la renuncia de un subsecretario, digamos, vos si no podés disponer la renuncia de un subsecretario te tenés que ir. No podés ser ministro. Porque a partir de que vos no pudiste disponer, olvidate de la renuncia per se del subsecretario.

—Usted ¿Qué haría en el lugar de Guzmán? ¿Por qué cree que aún sigue?

—Son decisiones personales y hay que hacerle la pregunta a Guzmán. Capaz que él pensó que, si lograba reestructurar la deuda, Argentina salía. Ellos estaban muy convencidos de que el problema de la deuda era el único problema que tenía la Argentina y era el problema más importante. Quedó demostrado que no. Quedó demostrado que ya está, reestructuraron la deuda con privados, reestructuraron la deuda con el Fondo Monetario Internacional, con los dos acuerda y la Argentina tiene 2100 puntos de Riesgo País y no recibe inversiones, está estancada y tiene una brecha cambiaria de casi 100 %. Evidentemente no era eso. Entonces le falló su bala de plata, él creía que con eso iba a hacer la mejor reestructuración de deuda y que iba a mostrar el rumbo,de todo el mundo subdesarrollado, de cómo hacer reestructuraciones de deuda. No le salió bien, pero por qué sigue, cuáles son sus ambiciones políticas, no lo sé.

—Si lo llama Guzmán y le dice: “Martín necesito ayuda, dame un consejo”. ¿Qué le diría?

—Argentina necesita estabilidad monetaria urgente. Esa es la prioridad número uno. Y para eso necesita un cambio de régimen. Y para un cambio de régimen, cuando digo cambio de régimen quiero decir que, vos tenés que amanecer mañana en Argentina y sentir que te transportaron a otro país, que hay otras reglas. Es como cuando vos te comportás de una manera en una sociedad, pero cuando viajás a otro lugar te das cuenta de que hay otras reglas y te adaptás. Nosotros necesitamos que las reglas de cómo funciona la economía cambien dramáticamente en la Argentina. No pueden cambiar de manera gradual porque no lo percibiría la gente, tienen que cambiar drásticamente. El gobierno necesita mostrar un cambio de rumbo de 180 grados y mostrarle a la sociedad que hay un conjunto de reglas nuevas, sobre todo monetarias. Si el gobierno pudiera girar en materia monetaria 180 grados y mostrar un programa de reestructuración monetaria con una nueva moneda, con independencia absoluta del Banco Central, sin financiar más el Tesoro, probablemente tendría una chance.

Argentina necesita estabilidad monetaria urgente. Esa es la prioridad número uno.

—Y si pasa eso ¿Qué pasaría con la sociedad?

—Sería espectacular, porque todos los procesos de estabilidad monetaria exitosos del mundo fueron expansivos. Entonces cuando vos conseguís estabilidad monetaria y cambiás las reglas de juego lo que se produce es un boom de actividad en la economía. La Argentina no tiene crédito por tener la inflación que tiene. En la Argentina no se pueden tomar decisiones de inversión, no se pueden tomar correctamente las decisiones de consumo. Por ejemplo, los chicos están haciendo ahora la entrevista con una cámara, si mañana se les llega a romper, toquemos madera que no pase, si se les rompe la cámara no tienen la menor idea de cuánto sale renovar la cámara. Pero no tienen la menor idea a nivel de que no sabensi les sale 45 000 o 450 000. Es decir, no hay referencia de precios. Y sin referencia de precios no se pueden tomar decisiones. Argentina con estabilidad monetaria y con un mercado de trabajo dinámico, que es el otro gran problema que tiene que resolver el gobierno, porque hace 11 años que no crea empleo el sector privado. Y para eso las Pymes tienen que perder el miedo que tienen a contratar. La entrevista que nadie hace, que yo creo que algún medio la tendría que hacer, es una entrevista a las Pymes de la Argentina. Elegir al azar veinte y hacerles dos preguntas: la primera ¿Cuántos trabajadores tenés? Y la segunda: ¿Cuánto fue el máximo que tuviste? La Pyme siempre quiere crecer, así que quiere volver al lugar que estaba antes y crecer. Todas quieren contratar más. Y cuando vos le preguntás, por qué no contratan, te dicen que es porque tienen miedo al juicio laboral. Si nosotros no logramos desarmar la bomba de los juicios laborales a las Pymes en Argentina no tenemos salida.

—¿A quién ve gobernando en el 2023?

—Nosotros, Juntos por el Cambio.

—Y de Juntos por el Cambio ¿Quién es la persona más preparada?

— Es que no es una persona, no puede ser una persona. Tiene que ser una construcción.

—Pero desactive el casete político, por favor…

—No es el casete político. Por eso te dije, hay media docena de candidatos dentro de Juntos por el Cambio. Esto es notable.

—¿Cuáles son?

—Tenés a Mauricio Macri, María Eugenia, Horacio, Martín Lousteau, Manes. Ahí te dije cinco. Y Patricia. Seis.

—Ahora, de esos seis, ¿Cuáles son los tres que hoy ve con más chances?

—Lo que a mí me gustaría es que esos candidatos se mezclen en fórmulas híbridas, que no sean fórmulas dentro de la PASO una del PRO, una de la UCR y una de la Coalición. Para mí sería mejor fórmulas cruzadas. ¿Por qué? Porque lo que nosotros necesitamos es que la PASO nos sirva para que la gente diga y ordene cuál es la mejor versión de Juntos por el Cambio. Nosotros necesitamos encontrarla y no la vamos a encontrar a dedo, la va a encontrar la gente.

No creo que sea una sola de esas personas.

—Y que no se peleen entre ellos… ¿Cómo se maneja el ego entre los candidatos o en general en política?

— Yo casi te digo que me causa un poco de gracia cuando algunos periodistas me preguntan por las peleas dentro de Juntos por el Cambio.

— Yo no le pregunté por las peleas, le pregunté por el ego, pero si quiere hable de ambas cosas.

— Es que cuando uno mira alrededor en el peronismo se están matando a cielo abierto directamente. A Alberto lo descuartizan, todos los días le sacan un cacho. Es como el juego del ahorcado. Y en los libertarios se desató una pelea y es brutal, también. Por Twitter es un teatro de operaciones, de internas del otro espacio. La verdad es que nosotros somos la Filarmónica de Nueva York. Nunca se vio un equipo trabajando tan en sintonía. Después, como toda la gente que está en política, tiene el ego demasiado grande en comparación al promedio de la población. Si no tenés el ego un poco más grande que el resto del promedio de la población no te dedicás a la política. Muchos que estamos en política creemos que podemos contribuir a transformar la Argentina. Eso requiere tener buena autoestima, digámoslo en buenos términos. Entonces necesitamos a alguien que tenga realmente convicciones y lo pueda hacer. Por supuesto tiene que tener los pies en la tierra, pero después que estén todos los que quieran. Cómo no va a querer ser Horacio presidente si tiene la mejor gestión de la Ciudad de Buenos Aires y ha mostrado una capacidad de gestión brutal, que muy poca gente tiene. Cómo no va a querer ser presidente Mauricio si fue presidente y cuando uno lo contrasta con el desastre que está habiendo ahora dice: qué bien que estábamos cuando estábamos mal con el dólar a 40 y la inflación en 40 o en 35. Cómo no va a querer ser presidenta Patricia si fue ministra, una de las mejores ministras del gobierno anterior. Después de haber sido ministra la gente la reconoce por la calle, le piden fuerza, la aplauden. Cómo no va a querer ser presidente Martín Lousteau si ha logrado reconstruir un importante volumen político en el radicalismo y así sucesivamente.

—¿Trabajaría con Milei?

—Trabajo en el Congreso. Hice proyectos de ley con él. Compartimos algunos proyectos. Por ejemplo, el proyecto de reforma del monotributo para bajar una parte de los impuestos que tienen los emprendedores en Argentina, lo hicimos juntos. Así que por supuesto que sí, podemos trabajar juntos.

—¿Cómo es Milei como compañero de banca?

—Es muy temperamental. Pero es un tipo leal a sus convicciones. Está convencido de un conjunto de ideas que,para mí, muchas están mal. Aunque, sobre todo, en el diagnóstico coincido bastante con él, pero las ideas económicas son malas, ni hablar de las ideas en materia de los órganos, de las armas. Digamos, todas esas ideas no me gustan para nada. Pero le respeto que es una persona con convicciones. Es una persona honesta, intelectualmente honesta, defiende lo que piensa, no cambia de opinión por un interés particular. Todo eso me parece admirable.

Nosotros necesitamos que la PASO nos sirva para que la gente diga y ordene cuál es la mejor versión de Juntos por el Cambio.

—¿Cómo cambió en lo personal su vida hoy como político? ¿Qué cosas dejó de hacer?

—Bueno, primero mi vida tenía una rutina muy intensa. Yo igual siempre trabajé mucho tiempo, desde la mañana en la radio hasta la noche en la tele todo el día, pero ahora no sé la agenda del día de mañana. Me van surgiendo… Por ejemplo, en el Congreso nunca sabés cuándo va a haber sesión. El peronismo maneja tan irresponsablemente el Congreso que las sesiones no son ordinarias como deberían ser. Vos deberías tener sesiones ordinarias todos los jueves, por ejemplo. Y el Orden del Día que llega ese jueves, el miércoles anterior, se trata en la sesión del jueves y hay una sesión de preparación parlamentaria donde se tratan esos temas. Bueno, nada de eso ocurre. Lo que ocurre es que generalmente el peronismo arma sesiones especiales. Algunas las pide la propia oposición porque el peronismo no quiere tratar esos temas. Pasó con boleta única, por ejemplo. Como probablemente pase con ley de alquileres. Pero la verdad es que nunca sabés, yo no sé si voy a poder estar el jueves a la hora que vos me proponés porque capaz el miércoles convocan a una reunión de una comisión o capaz que el martes convocan a sesión. Entonces todo eso es demasiado fuera de la rutina.

La segunda cosa es que, obviamente, aunque yo me resisto a tener una vida distinta a la que tenía antes, yo sigo haciendo las mismas cosas que hacía antes, voy al supermercado, llevo a los chicos a la escuela, voy a entrenar al gimnasio, salgo por la calle, hago todo igual que antes, no quiero que me traten como a una persona distinta. Pero, por ejemplo, no sé, el otro día discutía con unos amigos sobre las vacaciones de invierno y me proponían ir a Brasil. Ya no me puedo ir de vacaciones como me hubiera ido capaz a una playa linda de Brasil, a pesar de que me la pago de mi bolsillo, pero no me puedo ir porque no se ve bien. La gente dice: acá está, mirá, al final esta es la clase política, se va de vacaciones al exterior. Entonces qué sé yo, hay algunas cosas que te tenés que cuidar un poco más en términos de que la sociedad no le tolera a la política determinados comportamientos que no los considera razonables.

—Entonces, ahora como político ¿usted no puede viajar más al exterior?

—Estoy más limitado. Puedo tener algún viaje por razones laborales, puede ser, pero no me voy a ir al Caribe.

—Pero si viaja con su dinero, ¿por qué limita a sus ganas y deseos?

—Bueno, esa es parte de la barrera que tenemos que romper, como la política está muy desprestigiada. A mí, por suerte, mereconocen como un outsider, me dicen “el nuevo de la política”, todavía me tratan como alguien que no está contaminado por la vieja política. Pero todos los prejuicios que se tienen sobre la política son prejuicios sobre los cuales yo también ahora me tengo que cuidar. Es decir, yo entiendo que podría hacer eso, pero, por ejemplo, el otro día tuve una discusión con el tema de los chistes. Porque hice un chiste en redes sociales subido de tono y justo alguien hacia el comentario y estalló el chiste de Braun de La Anónima. Yo hice un reclamo público: basta de la policía del humor. Que cada uno haga los chistes que pueda hacer. Y cuando yo hice algún chiste alguien me dijo: “Pero ahora sos diputado”. Y yo dije, pero fíjense que en mi cuenta en Twitter no me defino como diputado. Mi cuenta de Twitter es la cuenta de Martín Tetaz, no la del diputado Martín Tetaz. No tengo la cuenta oficial como diputado, tengo la cuenta personal en la cual, por supuesto, hago definiciones políticas y digo un montón de cosas. Entonces me quiero seguir permitiendo los chistes que antes se podían hacer en Twitter. Los que estamos en Twitter hace 10 años conocimos un Twitter que tenía una lógica sarcástica, con humor negro, con chicanas, con un montón de cosas que ahora no son políticamente correctas. La corrección política se llevó una parte de humor, se llevó puesta una parte de Twitter. Y entre la corrección política y yo hay algo personal, no me llevo para nada.

—¿Cómo se maneja con las redes sociales y las críticas?

—Yo estoy en una suerte de luna de miel todavíaEs decir, todavía no soy el político tradicional, soy uno nuevo como te decía recién, y no tuve ninguna elección, ninguna votación de esas cosas que dividen aguas. Votes como votes la mitad de la sociedad te va a putear. Todavía no tuve ninguna de esas votaciones en el Congreso, entonces no he pagado ningún costo político todavía.

Tengo dos sectores críticos, el primer sector es el kirchnerista duro, porque es un sector con el cual yo contrasto permanentemente, como los denuncio me critican. Las otras críticas paradójicamente vienen de sectores libertarios muy duros, seguidores duros de Milei. ¿Por qué? Porque en algún momento también lo enfrenté, no porque enfrente las ideas de él sino porque lo invité a debatir, porque yo estoy convencido de que el principal problema de la Argentina es la inflación. Yo estoy convencido de que la propuesta que tiene él para resolver el problema de la inflación es mala y la que tenemos nosotros es muy buena. Entonces lo quiero debatir públicamente y por eso lo invité en su momento a debatir y eso a mucha gente le molestó. Y más le molestó cuando él no aceptó el debate, porque estaba convencido de que él era invencible, y, entonces, ¿por qué no aceptó el debate tan fácil de ganar?

Algo personal

— ¿Qué es lo primero que hace a la mañana cuando se levanta?

—Me ducho. Me meto dormido a la ducha.

—¿Cómo es su día habitual?

Me hago un café, hago las redes sociales y miro qué pasó en los medios. El medio de comunicación número uno es Twitter. Así que abro Twitter, veo cuáles son las tendencias, veo de qué se está hablando, cuáles son los temas del día, qué novedades hay, los periodistas que sigo yo son los que siempre ponen la información primero en Twitter, antes que en cualquier otro lugar. Y desde ahí empiezo a ver, hago algún video, alguna cosa. Pero siempre la mañana es: ducha, café, Twitter.

—¿Y después?

—Y después arranco con la agenda que tengo.

—¿Cómo es su equipo de trabajo?

—Tengo un equipo bastante chico. Está ese mito de que los diputados tienen treinta asesores cada uno. Pero cuando vos asumís te dan cuatro cargos. Son personas de confianza.

—¿Cuál fue el mejor día de su vida?

—¿El mejor día de mi vida? No sé si tengo un mejor día. Tengo muchas emociones en la retina grabadas.

—¿Por ejemplo?

—El día que lo vi a Agustín, a mi nene, el primer día. Esa es una emoción fuerte. El día que ganamos las elecciones en la Facultad de Económicas, en el Centro de Estudiantes de Económicas en el año 94, en noviembre del 94. Ese también fue un día muy importante. Después tengo algunos recuerdos de pena, de tristeza, cuando perdí familiares que también son esas marcas que te van quedando. Y después tengo un montón de recuerdos excelentes. Qué sé yo, por ejemplo, extraño muchísimo los jueves de póker con mis amigos en La Plata, nos juntábamos todos los jueves a comer un asado y a jugar al póker. Es un momento de extrema felicidad. Tengo en la retina el día que fui a la casa de mi amigo Maxi, yo tenía 11 años, en mi casa no había un mango partido por la mitad, y el padre de Maxi le había comprado una bicicleta. Y cuando llego a la casa había dos bicis y yo pensé que era una para Maxi y otra para el hermano, pero me dice que una era para mí. Todavía me acuerdo ahora y me quiebro. Conjuga a mi mejor amigo con el papá, que es mi segundo papá. Entonces esas cosas fuertes te quedan. De esas tengo varias. Pero no quiero llorar así que hasta acá llegamos.

—¿Cómo fue su infancia?

—Yo pasé mucho tiempo con mi abuela. Me iba a buscar los viernes a mi casa y me quedaba los fines de semana en la casa de mi abuela, que es el amor de mi vida. Obviamente no vive más hace muchos años. Pero es la mujer que siempre busco cuando pienso en una pareja, pienso en la pareja ideal, y, sería mi abuela ¿entendés? O sea, estoy enamorado de mi abuela.

—¿Cómo se llamaba su abuela?

—Se llamaba Ramona. Mi abuela era muy sencilla, muy simple, vivía en un nivel de pobreza porque ganaba la jubilación mínima, era imposible vivir con esa jubilación, por ejemplo, no tenía agua caliente. No tenía papel en el baño. Tenía papel de diario. Cocinaba con grasa. Amasaba los fideos ella, no compraba fideos, pero no se notaba eso. ¿Por qué no se notaba? Porque no lo sufría. Su modo de vida era sencillo. Entonces para ella era lo normal hacerse los fideos, comprar un pan viejo en una panadería para rallarlo y hacer pan rallado para la milanesa. Comprar hígado y hacer el bife de hígado porque no había un mango para otra cosa. Es otro de los recuerdos que me emociona también. Pero ese nivel de sencillez y además de mucha lealtad. Nosotros éramos re traviesos. Imaginate, éramos los chiquitos vándalos. Teníamos 10 años u 11, hacíamos lío en el barrio y mi abuela siempre nos cuidaba, nos protegía. Daba la cara. Cuando los vecinos nos venían a buscar a la casa porque nos habíamos mandado alguna macana salía mi abuela y nos cubría.

Mi abuela era el amor de mi vida

—Ahora está separado, ¿está soltero?

—Sí.

—¿Cómo se maneja con el tema de las mujeres ahora, político y con más poder? ¿Le llegan más propuestas por Instagram, por Twitter? ¿El poder atrae o es un mito?

—Una de las consecuencias de la política es que tu vida es un poco más pública y por lo tanto tenés que ser un poco más cuidadoso de tu vida privada. Pero eso ya era algo que yo, sin estar en la política, ya tenía porque yo venía de la exposición en los medios, entonces también tenía que ser prudente. Está bien, yo estaba casado, buena parte de mi carrera de medios me tocó casado, pero de todas maneras tenía que ser cuidadoso de mi vida privada y no compartía cosas porque sabía que tenía otra exposición.

—¿Pero le aparecen más mujeres ahora o no?

—¿Por qué lo concentras en las mujeres nada más?

—¿Le escriben hombres también?

—Aparecen de todo. Estamos en el siglo XXI.

—Para finalizar ¿Martín Tetaz es igual a qué?

—¿Es igual a qué? Si tuviera que poner una palabra usaría: pragmatismo.

 

Nota publicada en INFOBAE