Fuente: ELDIA.com

El genial físico inglés Stephen Hawking solía decir que la prueba de que resultaba imposible viajar en el tiempo, es que estaríamos llenos de turistas intertemporales por todos lados y eso no es así. El científico fue incluso más allá del absurdo contrafactual y planteó la conjetura de la protección de la cronología, que sostiene que las propias leyes de la física lo hacen implausible.

Pero supongamos por un momento que un economista inventa una máquina del futuro bastante particular que llamaremos la “bola de cristal”. Si bien el adminículo no le permite transportarse corpóreamente ni materializarse en una posición distinta del espacio tiempo, si le da la chance de echar un vistazo en ese futuro.

Munido de semejante poder, el analista se convierte en un experto pronosticador, pero paradójicamente nunca acertaría, puesto que si tuviera alta credibilidad (cosa que ocurriría luego de varios vaticinios certeros) pues la gente, y sobre todo los gobiernos, podrían actuar en consecuencia, modificando el resultado final.

Hace un par de meses tuve justamente un debate interesante vía correo electrónico con el gran filósofo Mario Bunge, quien ante mi descripción de la Economía como ciencia de la elección me espetó: “¿La Economía? ¿Ciencia de la elección? ¿No será por esto que nunca ha explicado, ni mucho menos predicho, ninguna de las crisis económicas?”

Viniendo de cualquier otra persona lo habría tomado como una chicana, pero un científico de la talla de Bunge no dice nada por casualidad. Es evidente que se trata de un argumento imposible de falsear; no hay manera de saber si no existieron de hecho miles de crisis potenciales que fueron predichas por los economistas de los bancos centrales y evitadas mediante una política monetaria adecuada. En boca de uno de los filósofos contemporáneos más destacados, la pregunta es una ingeniosa provocación intelectual.

LAS FALLAS DE LA MENTE Y EL SESGO DEL DIARIO DEL LUNES

Contrariamente a lo que muchos piensan, la Economía no pierde su cientificidad porque su objeto de estudio sea un fenómeno social.

Aunque no pueda predecir todas las circunstancias que rodearán un evento, ni aislar a la macroeconomía en un laboratorio, sí puede estimar las consecuencias que en promedio tendrá una política económica, bajo un conjunto de supuestos.

Pero incluso cuando el economista más prudente haga expresa mención de esos escenarios alternativos, como han demostrado las investigaciones de la psicóloga Elizabeth Loftus, la gente recortará del pronóstico, el título que más le interese.

Incluso más; con el diario del lunes es muy fácil mirar hacia atrás y buscar a todos los que anticiparon esas noticias y a los que erraron, pero paradójicamente nada dice el resultado final de las variables, sobre la calidad de la bola de cristal del pronosticador.

Por ejemplo; a fines del 2014 con las reservas perdiendo 1.000 millones por mes, en un contexto en el que el Gobierno no emitía nueva deuda sino que pagaba justamente con esos fondos del Banco Central, todos los economistas coincidían que 2015 terminaría con muchas menos reservas.

Pero el Gobierno hizo un giro drástico en su política económica; devaluó la moneda, subió las tasas de interés y comenzó a emitir nueva deuda para no tener que usar las reservas.

Es altamente probable que buena parte del cambio de estrategia oficial haya tenido que ver con el diagnóstico de colapso en las reservas, si se persistía con la política anterior. El pronóstico de la crisis de reservas, evitó la crisis de reservas.

Sin embargo, con el diario del lunes sacan pecho los economistas oficialistas que en diciembre del 2013 decían que estaba todo bien, que no había que devaluar ni hacer grandes cambios y que las reservas no iban a caer.

Paradójicamente, aunque las reservas no cayeron, acertaron los que dijeron que iban a caer y erraron los optimistas.

¿QUÉ DICEN LAS ESTIMACIONES PARA 2015?

Hay algunas certezas y mucha incertidumbre. Sabemos que faltarán dólares, sobre todo en el segundo semestre. Pero también es cierto que es un año electoral y que gobierno que devalúa, gobierno que pierde elecciones.

No sabemos qué pasará con los fondos buitres. Aunque también es verdad que este es un proyecto político cuya zona de confort es la confrontación y la lucha, no el acuerdo.

Es posible entonces que veamos una continuación de lo que ocurrió en este segundo semestre; dólar oficial creciendo menos que los precios, inflación más controlada pero a una velocidad entre 25 y 30% anual, por ende más atraso cambiario que se acumula generando presión adicional para una devaluación con el próximo Gobierno, gane quien gane.

Hacia el segundo semestre faltarán dólares, pero es improbable que el Gobierno sacrifique reservas, porque el dólar cobertura (la relación entre la base monetaria y las reservas) se dispararía arrastrando al blue y desatando una nueva corrida financiera. Optará entonces por colocar nueva deuda, sea cual sea el interés que tenga que pagar (que en el contexto de probables subas de tasas en Estados Unidos, será muy alto), incluyendo más deuda con el BCRA para financiar un gasto público que explotará como única herramienta para que la recesión no sea tan profunda.

A fines del 2015, venga quien venga tendrá que devaluar y salir del cepo lo más rápido que sea posible, con un plan fiscal y monetario coherente. El nivel de confianza del próximo gobierno será la gran clave que determinará la magnitud de la corrección y la velocidad de la recuperación.