El 28 de octubre del 2011, cinco días después de las elecciones que confirmaron el triunfo de Cristina Fernandez en primera vuelta, el Banco Central dispuso que para comprar dólares se necesita una autorización previa de la AFIP que tómbola mediante decidía cuanto se podía comprar, luego de “validar” que los fondos destinados a la operatoria guardaran proporción con los ingresos declarados.

Nacía así un primer cepo tan disparatado que por ejemplo a Ricardo Fort, por entonces uno de los hombres más ricos del país, el sistema le decía que no tenía ingresos suficientes para comprar comprar 500 dolares.

Como la sangría de divisas continuaba, el 3 de septiembre del 2012 se publicó la Resolución General AFIP 3378, que impuso un 15% de percepción sobre la compra de billetes y la 3379 que extendió el cargo a los pagos con tarjeta de debito en el exterior y al gasto en plataformas por internet

El porcentaje subiría al 35% con la Resolución General 3450 publicada el 18 de marzo del 2013.

El cepo amortiguó la salida de divisas. Durante 2011 se habían ido 21.500 millones por formación de activos externos y en los tres años siguientes “solo” salieron 14.700 millones. El problema es que también frenó el ingreso de billetes por el canal financiero, porque nadie va a vender al precio oficial, lo que sale 35% mas caro reponer, máxime cuando la brecha del mercado paralelo superaba ese valor y la diferencia entre puntas se hacía mas grande.

En esta nueva oportunidad el BCRA fue mas transparente. Ya no habría una tómbola; cuando pasaron las elecciones del 2019 se dispuso que nadie podría comprar más de 200 dólares por mes. Asumido el nuevo gobierno le agregó un impuesto del 30% a la operación, pero tampoco alcanzó, porque la gente aprende rápido de la experiencia y entonces hubo un record de compradores de dólar ahorro en agosto (se estiman 4,8 millones) que amenazaba ser roto en septiembre hasta que el Central decidió sacar de la cancha a buena parte de los compradores del dólar solidario, restringir el dólar turismo y tarjeta al cupo de 200 mensuales y agregar arriba del 30% del impuesto PAIS, un 35% de percepción a cuenta de ganancias. La misma película del 2011-2013, pero a velocidad acelerada; esta vez el Central mató a la cuenta de viajes, antes de abrir las fronteras al turismo y dejó el “dólar Miami” exactamente en el mismo nivel real de junio del 2002, que fue el año con menos turismo emisivo de los últimos 30 años, con el agravante que el peso está caro para los brasileños y demás turistas que solo reciben $74 por dólar; un sesgo antiexportador del 43%

Si entonces el gobierno no pudo recuperar la confianza (ver ICG UTDT) hasta el fin del mandato de Cristina, mucho menos lo logrará ahora que la sociedad tiene el diario del lunes y sabe que esa estrategia no funcionó.

Pero como siempre, quiero ser optimista y entender la lógica del gobierno. Guzmán sabe que ese mecanismo no se puede sostener en el mediano plazo y el propio Pesce dijo que era transitorio, hasta que se recuperaran las reservas. Para que eso ocurra, el gobierno pueda deshacer las restricciones y vuelva la confianza el modelo tiene que acertar tres plenos;

1) La pandemia tiene que ceder rápido, para que el gasto COVID no obligue a sostener el ritmo de emisión de abril-julio. El Presupuesto especula con un déficit de 4,5% del PBI en 2021, sin gasto pandémico, pero si las restricciones siguen y los ingresos no se recuperan, sobrarán cada vez mas pesos y presionarán cada vez mas al dólar, no solo por la vía financiera, sino también por la comercial.

2) Se necesita un pronto acuerdo con el FMI, para despejar completamente la incertidumbre financiera y ahora también precisamos que las 20 principales empresas de la Argentina reestructuren su deuda externa, para que baje la presión de divisas financieras

3) Brasil tiene que recuperar el ingreso de capitales e inversiones externas que perdió con el COVID, para que el dólar baje de los 5,38 Reales y quede mas cerca de los 4,00 por dólar que cotizaba a principios de año. De otro modo Argentina necesita un dólar mayorista del $96 para no perder competitividad cambiaria con nuestro principal socio comercial.

Agrego que hasta que esas tres cosas sucedan, el gobierno tienen que evitar los errores no forzados como los intentos de estatizaciones, la salida de empresas privadas, las masivas tomas de terrenos y las disputas políticas internas que debilitan al Presidente y fortalecen la sensación de que gobierna el ala dura del kirchnerismo.

En el mediano y largo plazo, sin embargo, Argentina no tiene salida si una tonelada de soja se cambia por dos celulares Samsung Galaxy A10s en cualquier lugar del mundo, pero dentro del país hay que entregar 1130 kilos de la oleaginosa por un solo teléfono. Ese sesgo antiexportador que generan la brecha en el dólar, los impuestos al comercio y las estrategias de “protección industrial” tiene que desaparecer si queremos crecer.