Esta vez no hubo martillazos contra las persianas ni cacerolas indignadas. Todavía. Grecia acaba de imponer un corralito de similares características al implementado en Argentina en el 2001 y ayer entró en un default, que puede ser definitivo si el domingo en el referéndum convocado por el Ejecutivo, el pueblo heleno dice que NO a la propuesta de profundización del ajuste fiscal que le pide la Troika, que es el nombre con el que popularmente se conoce al grupo decisorio compuesto por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.

La medida extrema es tomada por las autoridades griegas para evitar la caída del sistema bancario, puesto que ante la expectativa de una posible salida del Euro, que llevaría implícita una devaluación de la nueva moneda, los ahorristas se volcaron masivamente a los bancos con el objeto de retirar sus billetes europeos. Sucede que, como es sabido, los bancos no retienen en su poder el dinero depositado por los ahorristas sino que son meros intermediarios que luego lo prestan en la forma de créditos. Aquí y en la China, pero también en Estados Unidos o Alemania, los bancos colapsan si a todos los ahorristas se les ocurre retirar su dinero al mismo tiempo.

Formada esa expectativa, lo único que puede mantener a Grecia dentro del Euro es que el Banco Central Europeo le ofrezca asistencia financiera ilimitada para responder por todos los depósitos, algo que la autoridad monetaria de la Unión no está dispuesta a continuar haciendo, a menos que los griegos acepten el compromiso de un mayor ajuste en sus cuentas públicas.

EL PROBLEMA DE FONDO

La madre de todos los problemas es la enorme deuda externa, producto de varios años de déficit fiscal, en los que el gobierno gastaba sustancialmente por encima de sus ingresos.

Para tener una idea, los griegos deben el equivalente al 174% de su PBI, de modo que la cantidad de intereses que tienen que pagar hace que la deuda sea virtualmente imposible de honrar.

Para entender esto imaginemos que usted debe 17.400 pesos, pero gana 10.000. Obviamente si usted pudiera usar los 10.000 pagaría su deuda en dos meses y tema resuelto, pero el problema es que también tiene que comer y pagar el alquiler, y los remedios de los chicos, y la luz y el gas y un larguísimo etcétera. De modo que al fin de todos sus gastos mensuales le quedará muy poco dinero para pagar lo que debe, con lo cual, como pasa con la tarjeta de crédito, si usted no alcanza a cubrir siquiera los intereses, la deuda se convertirá en una bola de nieve cada vez más imposible de pagar.

Los griegos deben el equivalente al 174% de su PBI. La cantidad de intereses que deben pagar hace que sea imposible honrarla

Imaginemos que la tasa de interés es del 10%, con lo cual si usted debe 17.400 pesos, cada mes tiene que pagar $1.740 de intereses. La cuenta es fácil; si en su familia generan un superávit mayor a esos 1.740 pesos, alcanzará para cubrir los intereses e ir saldando paulatinamente el capital.

Por el contrario, si después de todo lo que gasta para vivir le quedan solo $740, por ejemplo, pues entonces la deuda crecerá 1.000 pesos todos los meses. Y ni hablar de cuando esos intereses empiecen a generar otros intereses. Imposible de pagar.

Ese es exactamente el problema que enfrentan los griegos. Aunque han logrado dejar de gastar por encima de sus ingresos y tienen incluso un superávit fiscal de 1,5% del PBI, eso no alcanza ni por asomo para pagar todos los intereses, con lo que el default es inevitable.

ALTERNATIVAS

Para que la deuda recupere sustentabilidad hay dos alternativas; o una reestructuración de los compromisos, o que los griegos crezcan a tasas chinas, de suerte tal que aunque no caiga la deuda nominalmente, disminuya su peso en el PBI, de suerte tal de que el esfuerzo necesario para repagar sea menor.

La reestructuración, a su turno, también puede correr por dos canales; o bien que los acreedores directamente acepten una quita (que hoy tendría que ser cercana al 60%) o que acepten un interés más bajo por la deuda (del orden del nivel del superávit fiscal, que hoy asciende al 1,5% del PBI).

LO IDEAL SERIA…

La ideal tanto para los acreedores como para Grecia, sería naturalmente que los deudores crezcan, de modo que puedan pagar la mayor porción posible de los montos adeudados, pero para ello debe reducirse paradójicamente el esfuerzo fiscal que se le pide al gobierno, puesto que de otro modo el ahorro presupuestario exigido, al limitar el margen del ejecutivo para hacer políticas públicas, profundizará la recesión.

El mejor modo de alcanzar el combo de alternativas que garantice simultáneamente el máximo crecimiento posible para Grecia y al mismo tiempo la menor quita para los acreedores, es la de asociarse, cambiando los activos de renta fija (deuda) por otros de renta variable, como los bonos atados al PBI con los que Argentina reestructuró su deuda en 2005 y 2010. Así, los acreedores comienzan aceptando una quita, pero si Grecia crece cobran un plus que les permite recuperar en parte, o totalmente, el 100% de lo que se les debe.

Pero la propuesta tiene que partir de la Troika, para que no exista ninguna posibilidad de que un grupo pequeño de acreedores tenga los incentivos de rechazarla, para litigar luego por el 100% como hicieron los fondos buitres contra nuestro país.

Solo con una propuesta de estas características será posible abrir el corralito sin tener que salir del Euro.

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