Todo el mundo está familiarizado con el cliché “hay que exportar valor agregado” pero ¿qué quiere decir eso en realidad? Lo que está claro es que cuando BMW exporta un auto de 50.000 dólares, es porque del otro lado del mostrador el comprador percibe un valor subjetivo que equivale al menos a los 50.000 que paga. Y lo que también es evidente es que ese valor no está disponible en la naturaleza, sino que hay que generarlo. Ni siquiera las materias primas para la elaboración del auto surgen espontáneamente. El acero o el plástico, por poner dos ejemplos, requieren de mucha inversión minera, de exploración y explotación de hidrocarburos, de elaboración industrial del insumo y de transporte primero hacia esas industrias y luego hacia las plantas que fabrican autos.
De modo que quien exporta plásticos o laminados de acero, también le vende valor agregado al mundo, pero lo que el cliché sugiere es que es mejor venderle autos que acero y plásticos, que es preferible vender paquetes de fideos, que granos de cereal y que conviene mas comercializar botas, que cuero por tonelada. Aunque esto no es tan obvio y las cadenas de valor global demuestran que los países rara vez integran toda la producción de manera completa, el objeto de este artículo es demostrar que en Argentina hay un problema adicional y es que todo intento por crear valor ineluctablemente agrega Estado. Tan es así que el problema de nuestro país no es el de venderle al mundo valor agregado, sino que el fracaso de nuestro modelo de desarrollo se produce porque intentamos exportar Estado agregado y se trata de una propuesta que no resulta atractiva porque el Estado es ineficiente y caro.
La mejor forma de verlo es con el indicador de presión tributaria en relación con las ganancias que elabora el Banco Mundial, puesto que considera todos los impuestos y contribuciones que debe pagar una empresa (sin incluir el IVA). Si no hubiera impuestos a la producción ese indicador solo mostraría la alícuota de ganancias y rondaría el 35%. Cada punto por encima de eso es una mochila que debe cargar el que produce y que resulta mucho mas pesada cuando se trata de exportar, porque, aunque fronteras adentro el consumidor está forzado a pagar los impuestos, hacia afuera el mundo solo paga por valor. Después de Comoros, Argentina tiene la carga fiscal más alta del mundo, representando un 106% de las ganancias.
Del otro lado del mostrador está el aporte que cada Estado hace en términos de infraestructura, tecnología, simplificación burocrática, representaciones comerciales y diplomáticas, inversión en salud y educación, etcétera. Hay muchos indicadores posibles, pero tomando la inversión en activos no financieros como % del PBI que releva el Banco Mundial, nuestro país aparece como uno de los que menos contribución del Estado a la productividad de la economía recibe.
En principio no hay problema en exportar Estado si lo que estamos incorporando es mejor infraestructura o inversiones que aumentan la productividad, porque aunque haya que pagar impuestos, la relación costo- beneficio será más creadora de valor que de costos.
Pero cuando insistimos en exportar con Estado agregado, para que nuestros productos sean competitivos con el resto del mundo necesitamos un dólar tanto más alto, cuanto más improductivo sea nuestro estado en relación con el del resto de los otros países. Esta no es una idea original mía. Otros, como por ejemplo Martín Lousteau, vienen planteándola hace tiempo.
El problema, es que como han mostrado las investigaciones de Pablo Gerchunoff y Martin Rapetti, hay una relación inversa entre el tipo de cambio real y los salarios reales, o puesto en otras palabras; que dólar alto implica salarios bajos y que en esas condiciones el equilibrio externo de la Argentina no es compatible con el equilibrio social interno.
Esto quiere decir que cuanto mas Estado agregado queramos exportar, menores serán los salarios que habrá que aceptar, salvo que logremos que ese Estado sea mas eficiente, en términos de producir mejores políticas públicas, a un costo menor.
Por eso no tiene sentido pedirles a los empresarios que agreguen mas valor a las exportaciones, si para hacerlo tienen que agregar más Estado, porque es como pedirle a un corredor que para correr mas rápido compita con una mochila en la espalda. La escasa elaboración de las exportaciones es una consecuencia de un sistema de impuestos mal diseñado que penaliza la producción y de un Estado que no produce bienes públicos de calidad.
Hace 90 años que faltan divisas en la Argentina porque intentamos agregar Estado, en vez de agregar valor y el mundo no está dispuesto a financiar nuestros impuestos.
Martin Tetaz es Economista, egresado de la Universidad Nacional de La Plata, especializado en Economía del Comportamiento, la rama de la disciplina que utiliza los descubrimientos de la Psicología Cognitiva para estudiar nuestras conductas como consumidores e inversores. Actualmente es Diputado Nacional.