El economista experto en psicología del comportamiento brinda una lúcida entrevista sobre cómo y por qué los emprendedores y empresarios pyme toman decisiones. Por qué hay que escuchar más a los que fracasan que a los que triunfan.

Los paradigmas acerca del hombre fueron, son y serán variados. Uno de ellos habla de la humanidad como Homo Economicus, sosteniendo que se comportaría de forma racional ante estímulos económicos siendo capaz de procesar adecuadamente la información que conoce, y actuar en consecuencia. El autor del libro “CasualMente”, Martín Tetaz, recibido en Economía en la UNLP y especialista en psicología cognitiva, habla sobre la importancia de los procesos que involucran la concreción de objetivos. También nos invita a cerrar los ojos y soñar con aquello que más anhelamos en un ejercicio que invita a los lectores a derribar creencias limitantes.

En una entrevista con Multitaskers, el conferencista, investigador y docente, quien también complementa sus actividades participando como columnistas de diversos medios de comunicación y en las charlas de TEDx, abre las puertas a la posibilidad de desafiarnos y comprender nuestra naturaleza humana  desde el punto de vista económico y también psicológico.

A grandes rasgos ¿qué es la psicoeconomía? ¿Qué es lo que te resulta fascinante de esta área?

La psicoeconomía, como el término lo dice, es la mezcla entre la economía y la psicología. Se trata de aplicar a la economía los principales descubrimientos de la psicología cognitiva, respecto del modo en que funciona la mente cuando tomamos decisiones. Hoy sabemos que el viejo modelo de consumidores racionales que maximizan su utilidad, es solo un caso particular que se cumple para decisiones triviales, repetitivas y que son homogéneas estructuralmente hablando. Estaba en lo correcto el Nobel de Economía Gary Becker, cuando sostenía que prácticamente en todas nuestras elecciones hacemos primero un análisis costo-beneficio, pero la clave está en cómo se construyen las representaciones mentales de esos costos y beneficios, que son los insumos con los que la mente decide.

Es decir, vemos con subjetividad los costos-beneficios…

La verdad es que cuando no conocemos con certeza esos costos y beneficios, debemos estimarlos con un mayor o menor margen de error y lo que las ciencias cognitivas muestran es que por limitaciones cognitivas para esa estimación, construimos reglas de decisión que en Economía del Comportamiento se llaman heurísticas, que nos conducen a cometer errores sistemáticos, que denominamos sesgos. Lo apasionante de estos desarrollos científicos, es que mejorando nuestra comprensión del modo en que las personas elijen y toman decisiones, podemos diseñar mejores políticas públicas, que conduzcan no solo a que la gente viva mejor y sea más feliz, sino incluso a salvar vidas y mejorar la calidad de la salud y la educación.

¿De qué manera crees que pueda contribuir con los emprendedores y dueños de pymes?

Los emprendedores también tienen reglas heurísticas y caen presas de sesgos cognitivos, de modo que si logran identificarlos pueden generar estrategias de decisión que los minimicen. Por ejemplo, sabemos que la selección natural favoreció la evolución de comportamientos conservadores, que minimizan la toma de riesgos y nos hacen por lo tanto adversos al cambio y poco creativos. Por esta razón los emprendedores son más bien la excepción que la regla en cualquier grupo poblacional; la inmensa mayoría de la gente prefiere un empleo en relación de dependencia, donde tenga certeza del salario que cobrara a fin de mes.

¿Podemos cambiar eso?

Conociendo las trabas cognitivas al cambio y la creatividad podemos amortiguarlas diseñando programas que potencien el pensamiento innovador y la toma de riesgos, randomizando por ejemplo las actividades que se le asignan a los recursos humanos de una empresa, o forzándolos a proponer (anónimamente) reformas y nuevos programas.

Otro punto importante en materia de emprendedurismo es que por el “sesgo de resultados” tendemos a juzgar la calidad de nuestras decisiones por los resultados que obtenemos, cuando en contextos innovadores los resultados tienen una enorme cuota de aleatoriedad, de modo que hay mucho para ganar si logramos que los emprendedores desarrollen sistemas de evaluación basados en procesos y no en resultados. Para ello deberíamos escuchar más a los que fracasan que a los que triunfan. Lamentablemente, en cualquier auditorio los organizadores quieren tener a las experiencias más exitosas, limitando de manera notable la capacidad de aprender de la audiencia.

¿Cuáles serían los indicadores psicoeconómicos que deberían tener los emprendedores para ser más eficientes?

El emprendedor tiene que ser innovador y creativo. Tiene que tomar riesgos e imaginar soluciones distintas. El problema es que nuestro diseño cognitivo favorece los hábitos y los comportamientos modularizados, automatizados, que nos permiten ahorrar energía, al mismo tiempo que evita tomar riesgos porque nuestro cerebro tiene aversión a las pérdidas; es conservador.

Para esquivar esas limitaciones puede ser conveniente forzar cambios e incorporar aleatoriedad a los procesos para que aparezcan de manera accidental soluciones nuevas que no se habrían pensado de un modo deliberado. Dentro de la organización hay que premiar la toma de riesgos y los procesos, más allá de los resultados. Para ello es preciso medir procesos y evaluar la calidad de las decisiones sin mirar los resultados finales.

En una de las charlas mencionabas la importancia de nuestra relación con el tiempo ¿Qué relación con el tiempo deberíamos adoptar?

La primera regla es que tenemos que disfrutar de las cosas que hacemos y delegar todas aquellas tareas mecánicas, administrativas y burocráticas. A la hora de evaluar la satisfacción con el empleo las personas no piensan en el tiempo que pasan trabajando, sino en la calidad de las experiencias que tienen en el lugar donde desempeñan su actividad.

¿La segunda?

La segunda es que la actividad emprendedora no puede estar guiada por la búsqueda del beneficio económico, porque eso no es lo que nos hace más felices. Todas las investigaciones muestran que, por el contrario, la felicidad depende de la capacidad para establecer metas realistas (que nos permiten soñar y anticipar) y para cumplirlas luego.

Siempre me gusta proponer un ejercicio: soñemos que nos ganamos la lotería y que ya no necesitamos trabajar más: ¿A qué dedicaríamos el tiempo? Las respuestas más comunes son “viajar” o “recorrer el mundo”, pero eso te dura un año o dos hasta que ya visitaste todos los lugares que querías y empezás a aburrirte de las playas y los paseos. ¿Qué harías en ese momento? ¿A qué dedicarías tus días? Cuando las personas contestan, normalmente piensan en actividades que podrían estar haciendo sin necesidad de ganar el millón. Cuanto más cerca esté tu trabajo diario a ese sueño, a esa actividad que contestaste que dedicarías tu vida si ya no necesitas trabajar, pues más pleno te sentirás en lo que estás haciendo.

¿Qué tan determinantes crees que son los factores psicológicos en las situaciones económicas de los países?

Mucho, porque la confianza es la que determina el nivel de actividad emprendedora y por lo tanto, en la medida, que los empresarios tienen la sensación subjetiva de que existe lo que Keynes denominaba “un buen clima de negocios”, se animan a emprender y a producir, poniendo en marcha el país. Lo mismo ocurre del lado de la demanda.

¿Qué creencias sirven y cuáles no a la hora de emprender un proyecto?

Sirven solo las creencias movilizadoras, las convicciones respecto del proyecto y sobre todo en la gente con la que trabajamos. El otro día hablando con Inés Nevarez de su libro “Economía de los Sueños”, me contaba que el crédito funciona como una espectacular herramienta motivacional, más allá de su función estrictamente financiera, porque cuando un emprendedor consigue crédito, lo que está obteniendo es en realidad confianza; un tercero, objetivo y exigente que lo está evaluando cree en su proyecto y lo apoya y para muchos emprendedores eso es exactamente lo que necesitan para encarar su proyecto. Cuando un emprendedor encara, lo que busca en última instancia es aprobación social; la satisfacción de comprobar que su idea puede funcionar.

¿Qué significan para Martín Tetaz los emprendimientos?

Son apuestas de riesgo, prolongaciones de la vida que nos permiten expresarnos y realizarnos sin reglas, sin límites, pero sin garantías. Son sueños y proyectos. Una búsqueda permanente de trascender y dejar una huella, por más pequeña que esta sea. Son oportunidades de desarrollarnos y ser felices.

Fuente: Multitaskers AMEX