Bajo la conducción de Federico Sturzenegger, el Banco Central intentó bajar la inflación con un programa de metas. Siguiendo esa estrategia la autoridad monetaria definía un sendero para los precios y subía las tasas de interés siempre que la velocidad a la que corrían los precios resultaba mayor a la deseada. Esa suba de tasas hacía atractivo invertir en pesos y pinchaba el dólar. Con el billete planchado la inflación lentamente se frenaba. Este esquema funcionó bastante bien hasta que a fines del año pasado el Banco Central comenzó a enfrentar una fuerte presión política para abandonar la suba de tasas y dejar que el dólar aumentara “un poco”.
Espero que no solo el Gobierno, sino el resto de las personas que toman decisiones en Argentina entiendan ahora lo delicado que es jugar con el precio del dólar en este país y se den cuenta que, si el dólar barato era el costo a pagar por bajar la inflación, era un precio bastante menor que el de la recesión que tenemos ahora.
Lo concreto es que el Banco Central abandonó en la práctica las metas de inflación, incluso de manera explícita en aquella triste conferencia de prensa que coincidió con el día de los inocentes. Renunciado Sturzenegger, Caputo se internó en un régimen hibrido, donde empezó a prestarle mas atención a la emisión, aunque nunca transparentó un criterio claro de control de la inflación; se trató mas bien de un piloto de tormentas que tuvo la misión de frenar el derrumbe de los bonos argentinos, estabilizar el dólar y desarmar las LEBACS.
EL NUEVO ESQUEMA
La nueva gestión de Guido Sandleris empezó reconociendo el fracaso de las metas de inflación y anunció en cambio algo que muchos veníamos pidiendo; un férreo control de los agregados monetarios. En castellano, en los próximos 9 meses no habrá mas emisión de dinero. Se congela la base monetaria y la economía deberá arreglárselas con la misma cantidad de billetes y monedas con los que hoy cuenta.
Sin mas dinero en la economía no hay modo de que los precios sigan aumentando indefinidamente. Pensemos a la inflación como un auto que venía acelerándose mes a mes, pero que ahora acaba de quedarse sin combustible. Privado de nafta, está claro que no podrá seguir acelerando, pero también resulta evidente que no se frenará de manera instantánea, sino que continuará la inercia por varios meses toda vez que las próximas paritarias no serán iguales a cero, los alquileres no se harán sin clausula de indexación, los aumentos tarifarios continuarán y prácticamente todos los formadores de precios seguirán remarcando, incluso cuando bajen el ritmo de las subas.
LAS EXPECTATIVAS DEFINEN EL FUTURO
Cuando un Banco Central deja de emitir y clava los frenos de la base monetaria pueden ocurrir dos cosas que voy a denominar el equilibrio bueno y el equilibrio malo.
Si todos entienden que hubo un cambio de régimen, que no habrá mas pesos en la economía y que no hay modo de hacer todas las operaciones que se hacían antes, con los precios mas altos, pues dejarán de aumentar. El freno de la inflación operará a su turno reactivando fuertemente la economía, como ocurrió en cada uno de los planes de estabilización exitosos del pasado; desde el inicio del Plan Austral en el 85, hasta el éxito de Prat Gay en 2003, pasando por la Convertibilidad en 1991.
Pero si los actores no le creen al Banco Central, si los gremios buscan una paritaria del 25%, los alquileres se siguen firmando con aumentos semestrales del 15%, las tarifas siguen subiendo un 30% y así sucesivamente, pues no habrá pesos suficientes para hacer todas las transacciones de la economía a los nuevos precios, por lo que subirá de manera espectacular el costo del dinero (la tasa de interés) y habrá una profunda caída del nivel de actividad
Lo que el Banco Central no logre reconstruir en materia de credibilidad y confianza, lo pagará la economía real con mas recesión; la relación es prácticamente lineal y la única manera de evitarlo si no se edifica confianza, es acordando un freno con los principales actores (gremios, inmobiliarias, empresarios, etc.)
LA VÁLVULA DE ESCAPE DEL DÓLAR
Dado que no se emitirá un solo peso mas, con cada mes de alta inflación que tengamos, la cantidad de dinero de la economía alcanzará para menos, incluyendo las posibilidades de comprar dólares. Al mismo tiempo subirán las tasas de interés haciendo que resulte mas atractivo invertir en moneda nacional.
Esa combinación puede pinchar el precio del dólar y como ahora hay una banda de intervención en $34, que aumenta un 3% por mes, para fines de diciembre si el dólar baja a menos de $37,15 tendremos al Banco Central comprando reservas, que es el único caso en el cual está autorizado a emitir pesos.
Con mas pesos, se estabilizarían las tasas y el retroceso del dólar contribuiría a recuperar las expectativas, ayudando también a frenar las remarcaciones.
En el corto plazo, puede haber movimientos del dólar en el sentido contrario, pero cuando el directorio del FMI apruebe el nuevo acuerdo ingresarán 6000 millones de dólares que Hacienda podrá vender en el mercado. A ese shock de oferta se sumarán otros 6.000 en diciembre, más el resultado de la cosecha fina y la eventual vuelta de capitales financieros del exterior. El año que viene, incluso cuando baje la inflación, habrá menos pesos en la economía cada mes, hasta junio, combinados con los dólares de la soja.
Tarde o temprano la inflación bajará, porque sin nafta el fuego eventualmente se apaga. El riesgo es que ese momento tarde mucho en llegar.
Publicado el 30/09/2018 – El Día –
Martin Tetaz es Economista, egresado de la Universidad Nacional de La Plata, especializado en Economía del Comportamiento, la rama de la disciplina que utiliza los descubrimientos de la Psicología Cognitiva para estudiar nuestras conductas como consumidores e inversores. Actualmente es Diputado Nacional.