Entre 1984 y 2004 Argentina multiplicó por 3 sus cantidades exportadas al mundo, apalancándose en el impulso que le dio el Mercosur al comercio de manufacturas de origen industrial en los 90s. Pero desde el 2004 nuestras ventas al mundo están estancadas, condenando al país al subdesarrollo y a las crisis recurrentes de balanza de pagos.

Cuando las economías crecen es normal que se incrementen también sus importaciones, en primer lugar, porque muchos insumos del proceso productivo son importados (como el 70 % de las autopartes de los vehículos que se fabrican en Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe) y en segundo lugar porque la población destina los mayores ingresos al consumo de bienes que en algunos casos no se fabrican en el país (como celulares o viajes a Brasil). En el caso particular de la economía argentina, la elasticidad de las imoprtaciones al ingreso es cercana a 2, lo que indica que cada 10 % que crece el PBI, aumentan las compras al exterior en un 20 %.

Pero si no aumentan las cantidades exportadas, ni la inversión extranjera directa, solo es posible que la economía crezca con un shock de precios (soja a 600), con cepo, con capitales golondrina, o con endeudamiento externo. El problema es que ninguna de esas fuentes financieras es sostenible en el tiempo y cuando se cortan, el país sufre ineluctablemente una devaluación, cuyo efecto es bajar los salarios en dólares ajustándolos a las posibilidades que las limitadas cantidades de divisas permiten.

La mega devaluación del 2018 tiene sus orígenes en la estafa de un modelo que expandió los salarios en dólares, sin generar mas divisas genuinas para que el mayor consumo pudiera financiarse.

 

EL MODELO AGRO EXPORTADOR

Entre 1860 y 1920 el país experimentó el proceso de crecimiento mas espectacular y sostenido de su historia, porque la expansión de la frontera agrícola primero y los avances tecnológicos y de infraestructura, como los alambrados, los buques frigoríficos y los ferrocarriles, sumados al proceso de inmigración, permitieron que las exportaciones avanzaran incluso mas rápido que el PBI. Concretamente, según los números de Orlando Ferreres, en esas 7 décadas el PBI en dólares se multiplicó por 24, pero las exportaciones doblaron esa perfomance (crecieron 48 veces). El crack del 30 (que en realidad ocurrió en 1929) generó un colapso del comercio internacional y le quitó a la economía argentina su principal motor.

 

SIN MODELO DE DESARROLLO

Algunos historiadores como Pablo Gerchunoff sostienen que de todos modos el modelo hubiera encontrado limitaciones por la imposiblidad de seguir expandiendo la frontera cultivable y el agotamiento de los movimientos migratorios globales. Como quiera que haya sido, desde entonces no hemos encontrado un modelo de desarrollo sostenible, en el sentido de que genere los dólares necesarios para financiar las importaciones crecientes y/o logre sustituir las compras externas con producción nacional eficiente.

Nótese que la sustitución ineficiente, opera en la práctica frenando el desarrollo, de un modo similar que lo hace el deterioro de los términos de intercambio. El comercio internacional es una manera indirecta de producir bienes: podemos fabricar mas computadoras portátiles sembrando soja, exportándola e importando notebooks, que si directamente nos dedicamos a producirlas. Pero cuando los precios internacionales de la soja caen, o suben los de las computadoras, nos corren el arco; indirectamente fabricamos menos notebooks.

Lo mismo ocurre con la sustitución ineficiente de importaciones; si necesitamos mas recursos para fabricar nuestras computadoras, que los que requerimos para comprarlas afuera, producimos menos notebooks que las que podíamos fabricar directamente.

 

MÁS COMERCIO Y MÁS INVERSIONES CON EUROPA

Es en este contexto que el reciente acuerdo alcanzado entre la Unión Europea y el Mercosur cobra particular relevancia. Porque no hay modo de desarrollarnos si no crecen las exportaciones y las inversiones externas que proveen los dólares necesario. Estamos hablando de un mercado potencial de 20 billones de dólares; una escala que facilita tanto la industrialización como la diversificación de las exportaciones, porque sin tamaño de mercado no es posible desarrollar una industria eficiente y resulta muy difícil diferenciar los productos en razón de marca y variedad.

Pero también es importante notar que las investigaciones científicas muestran claramente que tampoco la mayor integración económica con Europa garantiza mayor industrialización y diversificación de las exportaciones, claves para suavizar los ciclos económicos y reducir la dependencia de las fluctuaciones de los términos de intercambio.

Entre el 2015 y el 2016 la directora del Instituto de Integración Latinoamericana, Noemí Mellado, dirigió un equipo de investigadores en el que me tocó participar, que demostró que no alcanza con el mayor tamaño de mercados, sino que es clave que el proceso de integración promueva inversiones, sobre todo en investigación y desarrollo, como así también que aumente el acceso al crédito y ayude a bajar la volatilidad macroeconómica.

Los países con acceso a mas mercados, que mas invierten en infraestructura y equipamiento, que mas recursos destinan a investigación y desarrollo de tecnologías, con mayor profundidad del crédito y los mercados de capitales, son los que mejor se desarrollan, aumentando sus exportaciones de valor agregado y diversificando su producción.

Bienvenidos al comercio, la competencia, la inversión y el progreso. A trabajar para aprovecharlos.

 

artículo publicado en EL DÍA.com