“Hola, soy el peso argentino y hace veinte días que no me devalúo”. Como un adicto que esta dejando el Alcohol, el Banco Central cuenta los días que pasa sin una recaída, celebrando que, en un contexto desfavorable para los mercados emergentes, este mes el dólar se ha mantenido estable.

Con la calma parece haber cedido un poco la inflación y en un escenario de altas tasas y menores expectativas de aumentos en los próximos días, se recupera el atractivo para la demanda de pesos, quitándole presión al billete.

Dos factores ayudan a a la calma cambiaria. Por un lado, el continuo flujo de liquidaciones del agro, que eventualmente se irá agotando hacia el segundo semestre y, por otro lado, el aumento de las posibilidades de intervención de la autoridad monetaria en el mercado de cambios, que tarde o temprano será puesta a prueba.
Tan inexorable como es el agotamiento de los flujos producidos por la cosecha, será el proceso de dolarización de carteras. No sabemos a ciencia cierta que monto de los pesos del sistema buscarán divisas, ni el timming en que lo hará, pero sí sabemos que es un fenómeno que ocurre en todos los años electorales y sospechamos que este no será la excepción, habida cuenta de todo lo que está en juego.

Lo cierto es que, hasta la última corrida del dólar en el mes de marzo, el Banco Central estaba atado de pies y manos; podía vender a cuenta de Hacienda 9.600 millones de dólares, más que suficientes para abastecer cualquier apetito por moneda extranjera, pero no podía liquidar mas de 60 millones por día. Es como entrar a la jaula a alimentar a los leones con un camión lleno de carne, al que solo se le puede sacar una albóndiga por día. Por fortuna, después del episodio que llevo el dólar de 40 a 46, el Fondo entendió esto y ahora le permite al Central disparar a voluntad. Suficiente mientras los leones no tengan hambre, pero veremos como funciona el mecanismo de intervención si algún episodio sorpresivo (como por ejemplo un resultado electoral mucho mas adverso que lo esperado) despierta el instinto de las fieras.

La expectativa de los consumidores

En los últimos doce meses el consumo ha sido golpeado por tres shocks negativos. La devaluación generó, en primer lugar, un efecto ingreso que hizo caer los salarios reales de los trabajadores registrados un 8,8% pero, si medimos la caída de capacidad adquisitiva en términos de bienes durables, como autos, ladrillos o electrodomésticos, el impacto es mucho mayor, puesto que por efecto precios, en segundo lugar, el aumento del dólar encareció mucho mas los bienes que potencialmente se pueden importar o exportar, que por lo general son aspiracionales de clase media, agravando entonces el impacto del salto cambiario en las expectativas. Por si todo esto fuera poco se suma el tercer efecto negativo de la incertidumbre que produce todo aumento del dólar en un país que tuvo quince crisis macroeconómicas profundas en los últimos setenta años, catorce de las cuales vinieron acompañadas de grandes devaluaciones, imprimiendo una suerte de condicionamiento social “a la Pavlov”, por el que cada nueva devaluación genera pánico de recesión.

Como consecuencia de mayor estabilidad cambiaria del último mes, combinada con los datos de inflación de abril que arrojaron un porcentaje de aumentos menor al esperado, las expectativas de los consumidores, que releva todos los meses la Universidad Di Tella, subieron un 6% en mayo, pero también es cierto que la mejora no fue regionalmente heterogénea porque mientras que en la Ciudad de Buenos Aires repuntaron un 12,3% y en el interior treparon un 10,6%, en el Gran Buenos Aires solo crecieron 1,3%.
En particular, los consumidores encuestados mostraron un fuerte crecimiento  del 13,1% en la predisposición al consumo de bienes durables para los próximos meses, lo que podría ayudar a recuperar, en parte, al nivel de actividad económica. La clave es que al haber frenado el dólar, no solo los aumentos de las cuotas paritarias que empiezan a entrar significan subas salariales en dólares, sino que aparecen incentivos para desarmar los stocks de moneda extranjera acumulados durante el año pasado y volcarlos al mercado, como ha ocurrido luego de todas las devaluaciones de los últimos 17 años.

Para que existan chances de que el consumo acompañe a las exportaciones en la recuperación de la economía necesitamos que además mejoren los salarios y bajen no solo la inflación de mayo y junio, sino sobre todo las expectativas de aumentos de precios en lo que resta del año, porque cada paritaria además de recomponer parte de lo perdido implica que estos nuevos salarios tendrán que arreglárselas para llegar hasta la orilla de las próximas paritarias del 2020.
Por eso es muy importante que se generalice la formula que la Provincia propuso a los Docentes, similar a la que esta semana acordaron los metalúrgicos, con un aumento para este año, más un porcentaje a cuenta de parte de lo perdido el año pasado, más una clausula gatillo para asegurarle a los trabajadores que los salarios obtenidos en las negociaciones mantengan su poder de compra en la eventualidad de un nuevo brote inflacionario.

Solo se si se consolida el incipiente quiebre en las expectativas observado en mayo, veremos alguna recuperación del consumo en lo que queda del año.

EL DÍA.COM