Algunos comentarios en las redes sociales, las polémicas en ciertos medios masivos, e incluso las declaraciones de un grupo de economistas opositores, demuestran que luego de tantos años de haber intervenido y distorsionado el funcionamiento del mercado del dólar no comprendemos cómo funciona el sistema de precios, en particular el del tipo de cambio.

Empecemos por algunas lecciones básicas sobre el precio de las divisas externas en un mercado libre. Sin intervención del Banco Central, el dólar es el precio que equilibra el balance de pagos, que es el documento contable en el que se registran todas las transacciones entre Argentina y el exterior.
Simplificando la cuestión esto es lo mismo que decir que el precio lo fija la oferta y la demanda, correspondiendo la demanda a  las cuentas del balance de pagos que generan salida de dólares (Importaciones, pago de fletes y seguros para el comercio, pagos de servicios de deuda, remesas de utilidades de multinacionales que trabajan en el país, transferencia de trabajadores de países limítrofes a sus familias, inversiones de argentinos que compran empresas y/o propiedades en el exterior, depósitos afuera del sistema y compra de activos financieros  a gobiernos o empresas extranjeras) y siendo la oferta la que muestra las cuentas del mismo instrumento contable que registran el ingreso de divisas (exportaciones, inversión directa de empresas y particulares en propiedades y proyectos  en Argentina, colocaciones financieras que vienen de afuera y buscan rendimientos en depósitos locales, colocaciones de deuda pública y privada en mercados internacionales, etcétera).

Que el mercado sea libre quiere decir que la autoridad monetaria ni compra ni vende dólares, aunque aun así podría intervenir indirectamente en el precio de las monedas extranjeras cambiando la cantidad de moneda local; esto es: con política monetaria.

Flotación sucia

En la conferencia de prensa donde se informó la salida del cepo el Presidente del Banco Central dijo claramente que el país iba a un sistema de flotación sucia.

En ese sentido, el esquema tradicional supone que la Autoridad Monetaria fija una banda superior y una inferior, en torno al valor de equilibrio del dólar, comprando cuando entiende que las divisas se ponen muy baratas (perforan la banda inferior de fluctuación) y vendiendo cuando el dólar sube mucho (supera el límite de la banda superior). Por ejemplo, supongamos que el BCRA estima que el valor de equilibrio es $14, estableciendo que va a vender dólares si el billete sube a más de $15, mientras que se declara comprador si cae por debajo de $13.

Sin embargo, no siempre las reglas de participación del BCRA son explícitas. Esto tiene que ver con que la intervención en un esquema de flotación sucia, no se hace para mantener artificialmente barato o caro el precio del dólar, sino para evitar las oscilaciones bruscas de corto plazo en su cotización y la formación de burbujas especulativas.

Si el Banco Central sistemáticamente comprara dólares y no coincidiera esto con una cuestión estacional (por ejemplo, cosecha de soja), evidentemente ese comportamiento demostraría que el valor de equilibrio es más bajo del que está aceptando el regulador. Del mismo modo, si sistemáticamente tuviera que intervenir en el mercado vendiendo dólares, eso probaría que el tipo de cambio no es sostenible, puesto que el BCRA no tiene reservas ilimitadas y eventualmente se quedará sin fondos. No puede vender dólares como si los fabricara.

Pero, además, si el Banco se torna previsible en sus políticas no puede evitar la formación de burbujas especulativas, puesto que la clave de la intervención pasa por darle aleatoriedad al precio, de suerte tal que no sea fácil percibir una tendencia por parte de los operadores sino hasta que esta sea absolutamente evidente y se corresponda con algunos de los factores fundamentales que hacen a la cotización de las divisas (los determinantes de la oferta y la demanda descriptos antes). Así, la gente observa el precio final y no sabe que componente es señal (fundamental) y cual ruido (influido por el BCRA)

Precio libre hoy equivale a que el precio de mañana sea completamente aleatorio
El otro error de comprensión en cómo funciona el mercado de divisas sin intervención es el de pensar que el dólar quedó barato a la salida del cepo solo por una cuestión estacional y que “para marzo salta a 16 pesos”.

Esa lectura se apoya incuso en varios fundamentos. A saber: que el cepo no se liberó del todo, que ahora están entrando los dólares de las cerealeras pero que en julio eso se acaba, que las paritarias de marzo le meterán presión a la inflación, que en febrero cae la demanda de dinero porque ya pasaron las fiestas, los aguinaldos y las vacaciones, etcétera. Pero lo interesante es que todo eso ya se sabe; no es ninguna sorpresa.

Justamente una de las grandes ventajas de los precios es que reflejan toda la información disponible en cada momento de manera que, si hubiera algún dato que indicara que en marzo o abril el dólar se va para arriba, pues sería un negoción comprarlo a $13,50 hoy. Como la noticia correría como reguero de pólvora, si así fuera el dólar se pondría caro hoy, dado que la gente prefiere comprar más barato algo que tiene posibilidades de subir.

Obviamente, quedarme en dólares hoy implica que no puedo aprovechar la tasa de interés de un depósito a plazo fijo en pesos (digamos a 90 días). De modo que es probable que dentro de 90 días el dólar cueste lo mismo que cuesta hoy, sumándole la tasa de interés, que es el modo en que se forman los precios en los mercados de futuros del dólar como el Rofex o el MAE.

Por supuesto que, si el Banco Central estuviera comprando o vendiendo sistemáticamente y no se tratara de un fenómeno estacional, pues es plausible pensar que el precio actual no fuera el de equilibrio y que el valor del dólar se pudiera mover, el día que el regulador decida dejar de intervenir. Pero en ese caso, el sentido del movimiento será el que habría hoy sin la intervención. Por esa razón si el BCRA está comprando sistemáticamente, lo que está haciendo es ponerle un piso para que no baje más, de modo que si deja de hacerlo el precio tendería a caer y no a subir.

Es verdad que así funciona un mercado ideal y que muchos pueden pensar que los actores económicos sobre reaccionan, como el Noble del Economía Robert Shiller lo ha demostrado. No obstante, para eso son justamente las intervenciones del Banco Central y esa es la principal ventaja del régimen de flotación administrada. Con su participación aleatoria, la autoridad monetaria desarma las burbujas alcistas y bajistas, evitando que el precio rebote demasiado, con las buenas y malas noticias.

Con el dólar libre, e incluso bajo flotación sucia, lo único que cambia el precio del dólar es la novedad; cualquier dato que no estuviera en el radar y que apareciera de golpe, como un cambio en los precios de los commodities, una nueva regulación, un shock de política monetaria, o el anuncio de un paquete de inversiones.

Sin sorpresas, el precio del dólar en el momento X del tiempo, a valor presente, vale lo mismo que hoy.

fuente: ElPuntodeEquilibrio