(Por Facundo Matos Peychaux)

Chris Moneymaker era un contador público del estado norteamericano de Atlanta hasta que un día, suerte mediante, ganó una partida de poker online que lo habilitó para competir de un torneo profesional de ese juego de cartas. Uno a uno, Moneymaker (que se podría traducir al castellano como ‘fabricante de dinero’), fue eliminando a todos sus contrincantes hasta llegar a la final, contra el mejor jugador de poker del mundo. Confiado en sus cartas, el humilde contador de Atlanta apostó todas sus fichas (all in), para darse cuenta luego de que la mano que tenía su competidor era aún mejor y que solo cuatro cartas le darían el triunfo. Las chances no estaban de su lado: matemáticamente, tenía apenas 9% de probabilidades de ganar. Sin embargo, salió uno de esos cuatro naipes y la victoria fue de él. ¿Había hecho bien Moneymaker en hacer all in? ¿Jugó mal sus cartas su contrincante?

A mediados de 2014, una gran mayoría de los productores agropecuarios argentinos acopiaron sus toneladas de soja y postergaron sus ventas a la espera de una mayor cotización del dólar o una suba del valor de la oleaginosa a nivel internacional. Meses después, ni una cosa ni la otra pasaron y para fin de año, cuando los productores volvieron a vender, la soja seguía cayendo y el tipo de cambio no se había modificado de una manera drástica que justificara la espera. ¿Fue equivocada su estrategia? ¿Deberían haber exportado sus tenencias en un primer momento?

Estas historias y otras más, que narra el economista Martín Tetaz en Casual Mente (Ediciones B, 2015), muestran cómo el resultado de ciertas conductas se vuelve imprevisible cuando el azar se interpone. Tanto en economía como en la vida cotidiana, el ser humano busca establecer relaciones causales y racionalizar y explicar todos los fenómenos a los que se enfrenta. Sin embargo, advierte el autor del libro, muchas veces eso no es posible.

Ni el adversario de Moneymaker en el primer caso ni los sojeros en el segundo podrían haber anticipado que perderían, y la prueba más evidente es que no hubieran actuado de la forma en que lo hicieron de haber sabido el resultado. “Aunque en la vida en general se nos juzgue por los resultados ex post, el modo correcto de pensar estratégicamente no es mirando el resultado final, que tiene una notable cuota de azar, sino ponderando las decisiones y preguntándonos si en el momento en que fueron tomadas eran correctas, con la información y en las circunstancias de ese instante”, señala Tetaz en su libro.

Al juzgar ex post las acciones previas según la consecución o no de los fines propuestos, se puede caer en dos errores. El autor llama a estos errores de tipo I y tipo II y describe que consisten en deducir la existencia de una relación entre A y B que en rigor no se corresponde con la realidad, o no ver una conexión causal entre las variables que sí existe.

Estos errores que el libro revela ponen bajo lupa los análisis económicos que cotidianamente buscamos. En el afán de buscar relaciones causales sin ver siempre el panorama completo (ya que los designios del azar no pueden ser anticipados), se pueden alcanzar explicaciones falaces o no ver conexiones reales. Un buen ejemplo se ve en la búsqueda de las razones de la variación de un activo financiero o del dólar.

“Así, si los agentes observan cinco días consecutivos de subas en el precio de un activo (el dólar, por caso) tienden a pensar que están en presencia de una racha, cuando es perfectamente posible que ese resultado se haya producido enteramente por los caprichos del azar”, sostiene el economista. Ponderar estos factores en los análisis económicos que a diario hacemos o escuchamos, nos ayudará a pensar estratégicamente y a comprender mejor el proceso de decisiones para –idealmente– cometer menos errores.

Entonces, ¿por qué caemos en esos errores? Según el autor, “una hipótesis es que nuestra pasión por las teorías –que nos hace ver rachas y secuencias por todos lados–, en realidad es producto de presiones culturales por encontrarle una explicación al mundo”. Después de todo, señala, somos especialistas en confundir el azar con la causalidad.

Por otro lado, como hiciera previamente en Psychonomics (Ediciones B, 2014), Tetaz vuelve a ahondar en el conocimiento del proceso de toma de decisiones y los múltiples factores que ponen límites la construcción de un supuesto sujeto económico racional y plenamente consciente del alcance de sus decisiones.

Un hombre va al casino, se sienta a una mesa de ruleta y ve salir muchas veces seguidas el rojo. ¿Hay una racha o es apenas una mera sucesión de resultados azarosos? Habiendo leído el libro, nos inclinamos por lo segundo. Pero el hombre apuesta por el negro, creyendo que al haber salido tantas veces el otro color, sus chances aumentan. ¿Es así?

El gran atractivo de Casual Mente es ser, al mismo tiempo, un logrado libro de entretenimiento, un constante ejercicio de pensamiento y también un aporte al conocimiento de la economía en general y de los actores económicos en particular. Desde los ’70, la economía conductual (behavioural economics) puja por un lugar en la disciplina y más recientemente, las neurociencias piden su pista. Casual Mente les hace un gran favor. Y no por fruto del azar.

Fuente: EL ECONOMISTA