Según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas, que son el termómetro del consumo, cayeron 2,3% en enero. El dato es coincidente con la sensación térmica captada por el índice de confianza de los consumidores (ICC) de la Universidad Di Tella (UTDT), que cayó 9% en diciembre y otro 1,6% en enero.

Tanto en materia de expectativas como del consumo de bienes durables, que es lo que más cayó en el relevamiento de la CAME, es clave la evolución del dólar y lo que la gente crea que va a pasar con la inflación.

Lo primero porque en Argentina la evolución de la divisa norteamericana siempre ha ido en sintonía con la situación económica y en la memoria episódica de los ciudadanos (sobre todo de los más grandes) está condicionada la correlación entre devaluación y crisis, del mismo modo que en el experimento del perro de Iván Pavlov estaba condicionada la relación entre el alimento y la campana. Como el ruso hacía sonar la campana cada vez que alimentaba a sus animales, estos anticipaban la comida, cuando escuchaban el sonido característico, y comenzaban a salivar incluso cuando el bocado no estuviera aun a la vista ni al alcance del olfato.

Exactamente lo mismo nos sucede a los argentinos. En febrero del 2014, luego de la devaluación que llevo el dólar de 6 a 8 pesos, el mismo indicador de ventas de la CAME se derrumbó 6,5% y la confianza de los consumidores que mide Di Tella cayó 23,4%.

Lo mismo ocurre ahora, aunque en menor magnitud, justamente porque la devaluación fue más exitosa y esta vez se pudo salir del cepo y liberar el dólar, bajando así las expectativas de futuras correcciones en el precio de la moneda.

Lo segundo porque la clave del consumo y sobre todo de las compras financiadas a crédito, no es tanto el ingreso actual, sino las expectativas respecto de la capacidad adquisitiva futura. Aún cuando hoy los consumidores puedan pagar la cuota, no se meten en la compra de un electrodoméstico, un mueble, una prenda de vestir o un auto, si tienen miedo de que la inflación se coma los aumentos de las paritarias y les cueste pagar las cuentas dentro de unos meses.

Las expectativas respecto de la capacidad adquisitiva futura, por su parte, dependen de lo que la gente crea que va a ocurrir con los precios y con las paritarias. Es evidente que, si el Gobierno plantea un escenario de paritarias que oscila en torno al 25%, en sintonía con la inflación que imagina el Ministro de Economía, pero los trabajadores quieren un 35% porque piensan que eso es lo que van a aumentar los precios en 2016, pues hay 10 puntos de diferencia, condenándonos a que el Gobierno tenga que elegir entre bajar la inflación o recuperar el consumo.

Esto es así, porque si Gobierno y empresas consiguen cerrar paritarias más cerca del 25, muchos trabajadores que no creen que esa termine siendo la inflación del 2016 frenarán sus compras, ahorrando para pagar los precios más caros que imaginan en el segundo semestre y de ningún modo usarán la tarjeta de crédito para financiar adquisiciones en cuotas ni mucho menos sacarán créditos personales, porque si los precios efectivamente suben les resultará difícil generar el excedente para pagar las cuotas, incluso cuando estas fueran fijas y se licuaran en términos reales por efecto de la inflación.

CLAUSULAS GATILLO, LA SOLUCIÓN ALTERNATIVA

Pero si en cambio Gobierno y empresas proponen un 25%, con una cláusula gatillo que dispara automáticamente un 5% adicional en el caso de que la inflación supere ese valor de referencia y otro 5% más si los precios crecieran por encima del 30% en lo que resta del año, no solo destrabarían el acuerdo rápidamente, evitando días de paro y conflicto social, sino que romperían la dicotomía ente inflación y consumo porque esa tecnología de negociación haría mucho más probable que los precios terminen en el rango que plantea el Gobierno y al mismo tiempo, le daría a los consumidores la tranquilidad de saber que su salario estará protegido y que, por lo tanto, pueden volcarse a consumir tanto con sus ingresos actuales como aprovechando todo el crédito que les sea posible tomar.

Dado que el plan antiinflacionario del Gobierno depende del éxito del Banco Central para limitar su giro de fondos al Tesoro y de la sostenibilidad financiera de las cuentas públicas, la recuperación pronta del crecimiento resulta fundamental, porque es la única manera de cerrar el déficit fiscal sin necesidad de hacer un ajuste tradicional.

Si Gobierno y empresas destraban rápido las paritarias y sale en marzo la reforma del impuesto a las Ganancias, cuando los trabajadores vayan al cajero los primeros días de abril, se encontrarán con un colchón de ingresos nuevos que puede generar un shock de consumo, siempre que las expectativas respecto de la capacidad adquisitiva de su ingreso en el futuro no se encuentren amenazadas por el miedo a la inflación.

La cláusula gatillo es entonces mucho más que un seguro de estabilidad salarial que protege a los trabajadores; dado el estado de las expectativas es una condición necesaria para que la economía vuelva a crecer pronto y pueda crear empleos de calidad.

 

Consumo

Si Gobierno y empresas destraban rápido las paritarias y sale en marzo la reforma del impuesto a las Ganancias, cuando los trabajadores vayan al cajero los primeros días de abril, se encontrarán con un colchón de ingresos nuevos que puede generar un shock de consumo, siempre que las expectativas respecto de la capacidad adquisitiva de su ingreso en el futuro no se encuentren amenazadas por el miedo a la inflación.

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fuente:

zzzeldia