De cara a la apertura de sesiones ordinarias del Congreso empezó la danza de proyectos para adecuar el impuesto a las Ganancias, habida cuenta del desastre que hizo la inflación sobre ese tributo.

Sin embargo, el corazón del debate está mal planteado.

Obviamente a todos nos gustaría pagar menos impuestos, pero en un contexto deficitario como el actual, esto parece poco probable.

Se trata en realidad de elegir la mejor combinación posible de los distintos gravámenes de suerte tal que el sistema en conjunto sea lo menos distorsivo y lo más equitativo que sea posible.

Lo primero tiene que ver con que cuando los impuestos cambian los precios relativos de las cosas hacen que la gente termine consumiendo o produciendo cosas diferentes de las que realmente maximizan sus objetivos.

Por ejemplo, si el IVA tiene una alícuota diferente para cada bien, el impuesto cambia la relación de precios haciendo que algunos de los bienes sean artificialmente más baratos y otros más caros de lo que en realidad son. Luego, como los precios son la base del funcionamiento de una economía de mercado, si las señales que emiten no reflejan la verdadera escasez relativa, pues se terminan dilapidando recursos y el país se empobrece.

Lo segundo hace referencia a que en tanto y en cuanto los bienes públicos y el Estado en general, son un bien común, el criterio más equitativo de financiamiento supone que el esfuerzo relativo que hace cada ciudadano sea el mismo.

Por esa razón los mejores sistemas son los que tienen algún grado de progresividad, puesto que no es lo mismo el sacrificio que tiene que hacer quien gana $10.000, para pagar el 40% de su ingreso en impuestos, que el esfuerzo que tiene que hacer quien gana 100.000 para tributar el mismo porcentaje.

En el primer caso le quedarían $6.000 para vivir, condenándolo a la pobreza.

En el segundo ejemplo, en cambio, después de pagar los impuestos todavía podría disfrutar de una renta de $60.000.

Por estas dos razones es que el debate de Ganancias está mal parido, porque la discusión del sistema tributario no puede hacerse impuesto a impuesto sino considerando todos los gravámenes conjuntamente.

SESGO DE VISIBILIDAD

Claro, Ganancias domina la discusión porque es más visible; porque aparece el monto del descuento en el recibo de sueldo. Sin embargo, ese no es el impuesto que más perjudica nuestro bolsillo y ciertamente no tiene impacto en el 90% de las familias argentinas.

Hoy una persona que gana 30.000 pesos, puede estar pagando (dependiendo de las deducciones) entre 5.000 y 8.000 pesos de Ganancias, pero también paga entre 21% y 27% de IVA por todo lo que consume con su sueldo de bolsillo, lo cual arroja un monto parecido. Para la inmensa mayoría de la gente que gana bastante menos, la ecuación es más drástica; quien percibe un salario de $20.000 no paga ganancias, pero sí entre 3.000 y 5.000 pesos de IVA por todos sus gastos en blanco.

Entonces no es Ganancias probablemente el impuesto que hay que bajar, sino el IVA. Es más; en los países más desarrollados la inmensa mayoría de la gente paga impuestos por sus ingresos y las alícuotas del IVA son en cambio más bajas, lo que asegura que el sistema sea mucho más equitativo. En Argentina por cada $4 que se recaudan de Ganancias, pagamos $5 de IVA, mientras que en los países de la OECD (desarrollados en su mayoría) por cada $4 de tributos al consumo y las ventas, se pagan casi $7 de impuestos a los ingresos.

LA ESTRUCTURA DE UN BUEN IMPUESTO A LAS GANANCIAS

Para entender el debate de los distintos proyectos de reforma de Ganancias que hoy se discuten, hay que separar dos conceptos. El piso a partir del cual se empieza a pagar (mal llamado mínimo no imponible) y las alícuotas que se tributan sobre los ingresos que superan ese piso, en segundo lugar.

La actualización tardía e incompleta del piso (el mínimo no imponible y las deducciones) hizo que mucha más gente pagara Ganancias en los últimos años, porque por culpa de la inflación más de un millón de trabajadores empezó a cobrar salarios más altos que el umbral a partir del que se paga, aún cuando eso no implicara mejor capacidad adquisitiva de esos sueldos.

Pero lo más grave es que nunca en 12 años se corrigieron las escalas que determinan cuanto hay que pagar por los ingresos que superan el mínimo no imponible y como resultado de ello, la mayoría de los que hoy abonan ese tributo caen rápidamente en la alícuota marginal del 35%.

Por ignorancia; los medios y la mayoría de la gente focalizan su atención en el famoso mínimo no imponible, cuando lo importante no es tanto quien paga y quien no, sino cuánto pagan los que caen en ese impuesto.

Mi propuesta entonces, es que todos los que no somos pobres paguemos Ganancias, pero que la tabla de alícuotas sea lo suficientemente progresiva como para garantizar que realmente paguen más los que ganan mejor.

Complementariamente que se baje el IVA, con un mecanismo de devolución en tarjetas de crédito, débito y SUBE para no bancarizados.

La clase media, en este esquema, no pagaría mayores impuestos, sino que simplemente cambiaría la combinación de tributos, abonando más de Ganancias y menos de IVA.

La clase alta acabaría sí pagando más impuestos que ahora y la clase baja sería la gran beneficiaria, al impactarle de lleno la rebaja del IVA.

Se paga más IVA

En Argentina por cada 4 pesos que se recaudan de Ganancias, pagamos $5 de IVA, mientras que en los países de la OECD (desarrollados en su mayoría) por cada $4 de tributos al consumo y las ventas, se pagan casi $7 de impuestos a los ingresos

fuente:

zzzeldia